Colombia y su cisne negro: del carbón a la fiebre de los metales – Juan Daniel Angulo Argote – #Columnista7días

“País minero y petrolero no es el que, por la serendipia geológica, posee recursos minerales, sino aquel que, a pesar de no tenerlos, desarrolla bienes y servicios de alta tecnología y conocimiento complejo para la extracción y beneficio de estos”, Ricardo García Barbas.

El filósofo e investigador libanés Nassin Nicholas Taleb con su teoría del cisne negro, nos introduce sobre aquellos sucesos sorpresivos e inesperados que, por causa repentina, chiripa y suerte, llegan muchas veces sin estar buscándolos. No solo se es afortunado por encontrarlo, el tema es cómo darles la vuelta a esos cisnes negros que, por serendipia (procesos disruptivos) llegan y muchas veces no se sabe cómo gestionarlos y convertirlos en oportunidad (riqueza autosustentable ‘fondos soberanos de inversión’ y el desarrollo del conocimiento complejo para impulsar cada sector), sino en necesidad caso Colombia (mirada de corto y algo de mediano plazo: regalías, impuestos y empleos).

Colombia es un territorio rodeado de serendipia. Hoy se habla de los metales: oro y cobre, principalmente. Los medios informativos de la mano con las instituciones relacionadas con los recursos naturales, no hacen más que mostrar las noticias como serendipia, ellos se sorprenden, de igual forma le sucede a la sociedad en general. Lo extraño de todo es que, sin apostarle a la exploración, los recursos brotan de manera repentina ante los ojos de los colombianos.

Es importante anotar que estos cambios disruptivos crean nuevas reglas de juego, del carbón al cobre y oro, estos últimos necesitan mayor rigurosidad de estudios técnicos, ambientales, sociales y de cierre y poscierre respecto al carbón. La gran pregunta para el cobre y oro: ¿será una serendipia, o un falso positivo? Tener yacimientos grandes casos como Escondida y Chuquicamata, entre otros, en la cordillera Oriental ¿es posible?

Se avecina algo que puede ser otro cisne negro sin gestión y transformación, como lo fue el carbón en el norte del país, cero desarrollos de bienes y servicios de alta tecnología. La serendipia todo el tiempo ha ocultado nuestra verdadera riqueza: la creatividad y las manos de cada uno de los colombianos que, por estar pensando solo en exportar cobre y oro en barro, carbón, esmeraldas entre otros, se les ha olvidado imprimirles a dichas materias primas ese ingenio llamado manufactura, el cisne negro más importante del territorio nacional.