De los alcaldes a dedo a los elegidos popularmente

La elección popular de alcaldes, el controvertido proyecto político de modernización del Estado colombiano, promovido desde 1.980 por Álvaro Gómez Hurtado, quien inició su trámite legislativo, fue hasta 1991 la reforma constitucional más importante de los últimos años de vida republicana, desde la época de la “Revolución en Marcha” el país no vivía una transformación institucional con tantas expectativas, pero también con tantas incertidumbres; después de 30 años el nombramiento de los mandatario locales por parte de los gobernadores, que a su turno eran nombrados por el Presidente de la República es historia, lo jóvenes poco entienden de esa época.

Alfredo Dehaquiz Mejía. Foto: archivo Boyacá Siete Días.

Para el año 1986 los viernes en Tunja eran un hervidero político, concejales, diputados, parlamentarios y gamonales de todas las pelambres se daban cita en la capital del departamento, unos para apoyar al alcalde de su municipio y otros para pedir su cabeza. Era la época de los barones electorales y los gamonales.

Los primeros eran los parlamentarios con el mayor respaldo popular, que no siempre eran los senadores, había representantes que ‘tenían’ más votos y los segundos eran los que mandaban electoral y socialmente en los municipios, eran los que ponían y quitaban alcaldes en esa escalera de mando.

Félix Segura Medina con los artistas de la ciudad y Oscar Boada Guarín en debate en el Concejo. Foto: Archivo Particular

El Presidente nombraba al gobernador y éste a los alcaldes de acuerdo a los compromisos electorales, por eso los elegidos casi siempre hacían alguna obrita que hubiera sido prometida en campaña por sus padrinos políticos.

Los nombrados eran personas destacadas en sus localidades, muchos de los elegidos por voto popular difícilmente hubieran podido alcanzar ese honor de haber continuado el famoso nombramiento ‘a dedo’, para eso se requerían méritos y prestancia social.

En Duitama muy pocos alcaldes superaron los seis meses de mandato, los más afortunados llevaron en hombros al Divino Niño el 6 de enero y por eso se les recordó por algún tiempo.

De los últimos con alguna relevancia están Ernesto Pedraza Neira, el coronel Manuel Agudelo, Gilberto Fernández, Henry Alberto Becerra, Ignacio Becerra, Ricardo Ramírez Ovalle y Hernando Garzón Eslava; de los que más tiempo estuvieron al frente de los destinos municipales están el teniente Jorge Galeano Gómez entre 1947 y 1949 y Rafael Granados Fajardo, quien fue dos veces alcalde (1965-1968 y 1971-1973).

En Duitama, muy pocos alcaldes superaron los seis meses de mandato, por aquellas épocas cuando el Gobernador era quien los designaba.

Después de la Constitución del 91 se produjo la descentralización administrativa que no llegó acompañada de una buena billetera oficial. Descentralizaron los problemas, especialmente en salud y educación, pero el gobierno nacional se quedó con los recursos, por eso para la gran mayoría de los alcaldes elegidos por el voto popular su gestión no ha sido la mejor. La percepción de sus electores es que terminan sus periodos y quedan debiendo.

Sin duda la elección popular de alcaldes ha sido un gran avance democrático, pero en algunos de los municipios de nuestro departamento han sido más las malas que las buenas experiencias, por eso dicen que hay administraciones que pesan más que un mal matrimonio. Duitama no ha sido la excepción.

*Por: Alfredo Dehaquiz Mejía

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