A comer callado – Martha Patricia Moreno – #Columnista7días

El peor golpe en la cabeza es la burla del chichón, como el descalabro que sufrió una madre reina, quien, con alarde de posición, le celebró la fiesta del año a su princesa en   plena pandemia. Ella, que se creía inmortal, agarró su corona y sin que la cuestionaran los privilegios de los gobernantes, invitó a medio pueblo de la villa y a uno que otro gato.

Quizá a nadie le importe, pero es que no existen abismos, ni culebrones mejor plantados que los que se encuentra uno a la vuelta de la esquina, como la tan mentada reunión, en donde hasta la guardia del pueblo fue invitada para confiscar celulares y ocultar el desmadre, pero una mano solitaria, como una araña, se guardó un móvil, y pudo retratar la hipocresía perfecta.

No hay que dar tanto rodeo para saber que, esa  mujer, por permanecer  demasiado tiempo prohibiendo, le asaltaron las malas tentaciones y,  como cualquiera de los mortales,  se emparrandó, sin aforo y sin protocolos, pero  cuando  las imágenes se hicieron virales, comenzó a buscar la pista del asunto y  en una  cadena de exabruptos, corrió despavorida a revisar cámaras, y terminó desnucando a los esclavos del lugar, quienes asumieron con dignidad ejemplar su papel de mansos, como les  ocurrió a los bancos y almacenes que fueron  sellados por no cumplir los protocolos.

Aquella derrota no abatió a la dama en cuestión, sino que, por el contrario, reforzó sus ánimos para la brega con su jefe pluma verde, quien no quiso correr el riesgo de ofender a la anfitriona, pero, abrumado por el peso de las circunstancias, no tuvo otra alternativa que comer callado.

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