Ayer, liderados por el maestro Eduardo Malagón se comenzó a dar trámite al Acuerdo de Hermandad no. 001 de fecha 07 de febrero de 2021, por medio del cual los municipios de Chiquinquirá (Boyacá) y Usiacurí (Atlántico), se declaran como pueblos hermanos, unidos en el marco de la conmemoración del natalicio 153 del poeta Julio Flórez Roa, nacido en Chiquinquirá, el 23 de mayo de 1867 y fallecido en Usiacurí, el 07 de febrero de 1923, en conmemoración del aniversario 98 de su deceso.
Julio Flórez Roa nació el 21 de mayo de 1867, en el cálido hogar de don Policarpo María Flórez y doña Dolores Roa, en Chiquinquirá donde pasó su infancia recogiendo las impresiones culturales-artísticas que se reflejarán más tarde en su verso sencillo y delicado, con el cual identifica el sentimiento cultural de nuestro pueblo.
También en su infancia asimila en Chiquinquirá la imagen del paisaje de la campiña, surcada de sauzales y rodeada de robledales con el fondo del azul del cielo, que no fue testigo de la desilusionada vida y la melancólica alma de Julio Flórez, quien a la corta edad de seis años componía versos, como:
“Fue mi lecho la América del Norte,
La América del Sur, mi cobertor;
Recliné mi cabeza en el Atlántico
Y me dormí del Niágara al rumor”.
Durante 1879 y 1880 continuó sus estudios en el colegio de Vélez, donde su padre era rector. En 1881 la familia se trasladó a Bogotá, ciudad que para entonces contaba con unos setenta mil habitantes. Allí julio Flórez entró a estudiar literatura en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, actividad que interrumpió dadas las circunstancias que rodearon el ambiente familiar y la vida socio-política del pueblo colombiano que se debatía entre las guerras civiles impulsadas por los partidos tradicionales que se disputaban la dirección del Estado.
El 3 de Julio de 1884, a la edad de 17 años, Julio Flórez sorprende al público, declamando espontáneamente unos versos en honor del poeta y amigo Candelario Obeso. A partir de entonces, surge la leyenda de julio Flórez asociada con una vida palaciega y bohemia que se robaba el corazón de las mujeres y cantaba las dichas y desilusiones del pueblo, cuya alma adquiere dimensión lírica en el fino verso que caracterizó el acervo poético de Flórez y que muchas veces solía improvisar, dando testimonio de las dotes artísticas con que la naturaleza había prodigado al insigne bardo.
En plena guerra civil de los Mil Días, los intelectuales de Bogotá decidieron fundar la GRUTA SIMBÓLICA, que duró entre 1900 y diciembre de 1903, alcanzando hasta setenta miembros. Se le dio el nombre de Simbólica en homenaje a la escuela Literaria Francesa, con la influencia de los poetas Stephanie Mallarmé y Artur Rimbuaud. Uno de sus fundadores fue precisamente el poeta Julio Flórez, con sus compañeros Luis maría mora, Carlos Tamayo, Julio de francisco, Ignacio Pose Amaya, Miguel a. Peña Redonda y Rudesindo Gómez. Se reunieron por primera vez en la casa del doctor Rafael Espinosa Guzmán, quien fue su “Mecenas”.
Por la gruta Simbólica desfilaron notables escritores colombianos, repentistas, músicos y artistas. Destacamos entre ellos a Guillermo Valencia, Clímaco Soto Borda, Luis María Mora, Federico Rivas Frade, Julio de Francisco, Antonio Ferro (Jetón Ferro), Max grillo, Víctor M. Londoño, Jorge Pombo, Alfredo Gómez Jaime, Aquilino Villegas, Roberto McDoual, Enrique Álvarez Henao, Víctor Martínez Rivas, Antonio Quijano, Emilio Murillo, Francisco Restrepo Gómez, Diego Uribe, Roberto Vargas Tamayo, Rudesindo Gómez, Carlos Villafane, Daniel Arias Argaez, Pedro Ignacio Escobar, Samuel Velázquez, y otros. Sus reuniones casi siempre terminaban en el cementerio, barrios tristes, cantinas y tiendas de cerveza.
Más tarde el boyacense emprende su peregrinaje por otros países, en lo que se ha denominado un diplomático destierro, que le brindó ovaciones, gloria y éxitos en Venezuela, (1905), Nicaragua, el salvador y Guatemala (1906), Honduras, Costa Rica, Cuba y México (1907) y finalmente España y Francia (1908 y 1909).
En esos años de plena juventud, el poeta julio Flórez, comandaba a los poetas de la Gruta simbólica. Se caracterizaba por la palabra aguda y chispeante; por sus poesías de anhelos libertarios, de soledades, ausencias y desengaños. El poeta Chiquinquireño declamaba con insuperable mímica y con voz cálida y vibrante, y y le gustaba rasgar el tipleo la guitarra con maestría y además tenía fama de trovador.
Su atractivo personal y su poesía romántica y sensual hacían suspirar a muchas mujeres. Era un joven de tez morena, frente ancha, ojos negros y mostacho retorcido; vestía sumamente elegante. Gabán de paño grueso y corte característico, chambergo de alas anchas y bastón con empuñadura de plata.
Las gentes chismeaban sobre sus tedios, amarguras y citas al cementerio en horas avanzadas de la noche. Se comentaba también que julio Flórez ataba con cintas negras la osamenta de su amada para celebrar con ella los esponsales de la muerte. Que bebía vino en un cráneo humano, como así se lo dijo en Panamá al escritor Luis Enrique Osorio en 1922. Se comentaba también que bebía demasiado y llegaba a la madrugada a las ventas de comidas de mujeres humildes que lo estimaban.
A su regreso a la Patria, Julio Flórez decide temporalmente ubicarse en la Costa Atlántica, buscando quizás sosiego a su atormentada alma y reposos a su cuerpo, alejándose del ambiente citadino que antaño lo había agobiado. Fijó su residencia en Usiacurí, atraído por un romántico amor que había anhelado desde su adolescencia; allí encontró el corazón de Petrona Moreno, de solo 16 años de edad, quien conquistó el desilusionado mundo del poeta.
El 14 de enero de 1923 julio Flórez recibió la esquiva corona de laurel. El acto se llevó a cabo en Usiacurí en momentos difíciles de la vida del poeta; que recibió de manos del presidente de Colombia, Pedro Nel Ospina. El 7 de febrero de 1923, a los 56 años de edad, murió el poeta Julio Flórez en Usiacurí. Sobre su pecho, obedeciendo a su orden verbal, le colocaron el crucifijo de plata que le habían regalado los presos de Santa Marta, el día de su coronación.
Su entierro en Usiacurí fue solemne y con la asistencia de numerosas gentes. Se le hicieron cinco minutos de silencio y sin discursos, tal como el poeta pidió; y su féretro fue colocado en la cripta en el cementerio de ese querido pueblo costeño que lo recibió para la posteridad.
Mis flores negras
Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
En el fondo de esta alama que ya no alegras,
Entre polvo de ensueños y de ilusiones
Yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
En que presa en mis brazos te adormecías
Mientras yo suspiraba por las auroras
De tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellos son mis dolores, capullos hechos;
Los intensos dolores que en mis entrañas,
Sepultan sus raíces cual los helechos,
En las humadas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches
Ocultos en el alma que ya no alegras;
Son, por eso, tan negras como las noches
De los gélidos polos mis flores negras.
Guarda, pues, este triste y débil manojo,
Que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo, nada temas, es un despojo
Del jardín de mis hondas melancolías.
Julio Flórez
En su Testamento expresó sobre Colombia su patria: “La he amado con idolatría, en el exterior la he glorificado, y solo aspiro y deseo que se ponga como única inscripción en mi tumba: “Julio Flórez, colombiano”. Se le llamó “El Último Romántico”, por haber cantado con hondo lirismo al amor, la tristeza y la nostalgia.
Su popularidad se acrecentó en el mundo hispanoamericano y europeo con sus nuevas publicaciones y recitales. Los pueblos aún anhelaban su poesía romántica, en unos años cuando las elites poéticas transmitían el simbolismo, el parnasianismo y el modernismo. Por ello lo aplaudían multitudinariamente.
El escultor y pintor chiquinquireño Eduardo Malagón Bravo, le ha compuesto poemas y ha elaborado diferentes escritos a le memoria de su paisano, pero sin lugar a dudas una de las acciones más significativas fue la elaboración y donación del medallón para la casa natal del poeta, en el marco del parque que lleva su nombre en la llamada capital Religiosa de Colombia, con motivo de la celebración de su natalicio el 22 de mayo del año pasado.
*Con información de Pedro Pastor Peña Ruiz y de Javier Ocampo López