Ante la cantidad de mitos y hasta historias de ficción que se han venido propagando, especialmente a través de las redes sociales en el mundo entero, pero matoritariamente en países denominados tercermundistas, la Organización Panamericana de la Salud (Ops) y la Organización Mundial de la Salud (Oms) están difundiendo un documento con información que entregan expertos y con la que se pueden despejar dudas frente a la vacuna ‘contracovid’.

La seguridad de las vacunas contra la COVID-19
La seguridad de las vacunas es siempre la máxima prioridad, y esto no es diferente para las vacunas contra la COVID-19 que se están desarrollando. Todas las vacunas pasan por tres fases diferentes de estudio (o ensayo clínico) antes de que puedan ser aprobadas para su uso en la población. Las fases tienen por objetivo garantizar la seguridad y la capacidad de la vacuna para proteger contra la enfermedad (eficacia), así como otras cuestiones relacionadas con ella, incluidas cuántas dosis se necesitan y cuándo deben administrarse.
Las vacunas que se están desarrollando contra la COVID-19 están siguiendo estas mismas fases, pero en algunos casos las fases se solapan o aceleran cuando se dispone de información suficiente. Una vez que las vacunas contra la COVID-19 se aprueban para su uso en la población general, el monitoreo de la seguridad continúa. Este seguimiento es un componente habitual de los programas de inmunización y se realiza con todas las vacunas.
El cronograma de los ensayos para las vacunas contra la COVID-19
Es cierto que las vacunas contra la COVID-19 se han desarrollado más rápido que cualquier otra vacuna, pero todas las vacunas candidatas contra la COVID-19 están pasando por los mismos ensayos clínicos —en los que la seguridad y la eficacia son prioritarias— que las demás vacunas. Debido a que la COVID-19 ha afectado al mundo entero, ha habido una colaboración global y un incremento en el financiamiento público sin precedentes que ha permitido que las vacunas contra la COVID-19 se desarrollen con más rapidez.
Además, el virus que causa la COVID-19 no es el primer coronavirus que causa una epidemia. Numerosos científicos han estado trabajando en vacunas contra otros coronavirus desde las epidemias de SARS y MERS, lo que les ha ofrecido una ventaja inicial en el proceso de desarrollo de las vacunas. Lo que es más, la tecnología usada para las vacunas de ARN mensajero se empezó a desarrollar hace más de diez años.
La tecnología ARN mensajero y el ADN
Aunque las vacunas contra la COVID-19 son las primeras vacunas de ARN mensajero que se aprueban, no son las primeras que se han ensayado con humanos. Las vacunas de ARN mensajero proporcionan «instrucciones» para que nuestras células produzcan la proteína que se encuentra en la superficie del virus que causa la COVID-19. Las células que crean esa proteína no hacen que enfermemos, sino que ayudan a que el cuerpo produzca una respuesta inmunitaria similar a la que ocurre en las infecciones naturales. El ARN mensajero nunca entra en el núcleo de la célula, donde se encuentra nuestro ADN, por lo que la vacuna no entra en contacto con el ADN.
La tecnología ARN mensajero también tiene otros usos médicos; por ejemplo, es un tratamiento habitual contra el cáncer.
La suspensión temporal de los ensayos de vacunas
La seguridad es uno de los objetivos principales de los ensayos clínicos de vacunas. Cuando un participante en un ensayo presenta una enfermedad inexplicable, la cual puede o no estar relacionada con la vacuna que se está evaluando, es normal investigar. Es habitual suspender de manera temporal los ensayos clínicos de vacunas, mientras los científicos siguen recabando información. Esto demuestra que tanto los fabricantes como los científicos están haciendo todo lo posible para asegurar que la vacuna sea segura y eficaz.
Las vacunas y el sistema inmunitario
Las vacunas contra la COVID-19 ayudan al sistema inmunitario a identificar y a combatir el virus. La vacuna no debilita o sobrecarga el cuerpo, ni hará que caigamos enfermos. Algunas personas pueden experimentar efectos secundarios leves como dolor en el lugar de la inyección, dolores musculares o fiebre, pero estos desaparecen rápidamente. Estos efectos secundarios son el resultado de la respuesta del sistema inmunitario a la vacuna y no son un signo de que se haya contraído la enfermedad.
La continuidad de las medidas de salud pública después de la vacunación
Será necesario seguir usando mascarillas, mantener la distancia física y lavarse las manos con frecuencia, incluso después de que se aprueben y empiecen a administrar las vacunas contra la COVID-19. Tomará bastante tiempo producir suficientes dosis y distribuirlas ampliamente para que podamos parar la transmisión del virus. Una vez que las vacunas estén disponibles, se estima que más de dos tercios de la población deberán estar vacunados hasta que podamos alcanzar la inmunidad colectiva y detener la enfermedad.
La disponibilidad de las vacunas para todas las personas
Cuando se introduzca la vacuna contra la COVID-19, la demanda será muy alta y la oferta baja. En consecuencia, las vacunas se introducirán por etapas, y los países deben determinar qué grupos de población se encontrarán entre los primeros en ser vacunados. Incluso cuando empiece la vacunación, seguirá siendo necesario mantener la distancia física, utilizar mascarillas y practicar una higiene correcta para detener la propagación del virus y ayudar a salvar vidas.
La necesidad de vacunar: inmunidad natural frente a inmunidad por vacunación
La disponibilidad de vacunas eficaces contra la COVID-19 será uno de los elementos esenciales para proteger a las personas de la enfermedad y asegurar que las sociedades puedan seguir funcionando. La vacuna creará inmunidad sin los efectos nocivos asociados a la COVID-19. Permitir que la enfermedad se extienda hasta alcanzar la inmunidad colectiva o de grupo podría causar millones de muertes y que más personas vivan con los efectos a largo plazo del virus.

Vacunas contra la COVID-19 para las personas que han tenido la enfermedad
Todavía queda mucho por descubrir sobre la COVID-19. La inmunidad que alguien adquiere después de padecer la COVID-19 puede variar de una persona a otra y no hay suficientes datos en este momento para conocer el nivel de protección ni la duración de esta inmunidad natural. Dado que la COVID-19 puede acarrear riesgos graves para la salud y existe la posibilidad de reinfección, la recomendación general es vacunarse cuando sea posible, tras consultar a su médico.
Vacunas y microchips
Las vacunas solamente se usan para proteger a las personas de enfermedades que pueden enfermarte o causar la muerte. Los microchips nunca se han usado en las vacunas y no son parte de las vacunas contra la COVID-19.
Vacunas y células humanas
Ninguna vacuna, incluidas las vacunas contra la COVID-19, se desarrollan o ensayan con tejidos de fetos humanos abortados ni los contienen.
Vacunas e infertilidad
Las fases de los ensayos clínicos de las vacunas que han recibido autorización para uso de emergencia han demostrado que recibir la vacuna no afecta la fertilidad; es más, algunas participantes en los estudios clínicos se quedaron embarazadas durante el estudio. Ninguna vacuna de la que se sospeche que puede afectar la capacidad de una persona para concebir ha sido o será aprobada.