Los yacimientos de carbón en Colombia guardan ciertas proporciones en magnitud y calidad con los depósitos de cobre ubicados en Chile, Perú y Ecuador.
La cordillera de los Andes es la columna vertebral del continente sudamericano, la cual me hace recordar a la canción vallenata ‘Benditos versos’, de la autoría del compositor Rafael Manjarrés. “No sé porque La Guajira se mete hasta el mar así, como si pelear quisiera, como engreída, como altanera, como para que el mundo supiera que hay una princesa aquí, tiene una bella esa india, bonita es linda de cuna noble premio del hombre que por fortuna, tenga su trofeo en ti”.
A Colombia llega por el sur la cordillera de los Andes, y se divide en tres cordilleras, como si pelear quisiera, para dar las condiciones geológicas necesarias y apropiadas a la formación de los depósitos de carbón.
Por otra parte, el carbón colombiano no sufre por el precio como lo hacen ver los gremios, instituciones del Estado y empresas: eso es cosa del pasado, es el momento de cambiar ese discurso. En el más reciente comunicado a la opinión pública, el presidente del Grupo Prodeco, Xavier Wagner, expresa una frase muy diciente: “debido a que nuestros mercados europeos tradicionales cambiaron a otras formas de energía, nos vemos obligados de tomar medidas urgentes en nuestras operaciones”. Blanco es, la gallina lo pone.
Mercado “no es precisamente la demanda, me refiero a la logística de transporte, necesita un giro de 180 grados”, allí radica el tema de atención que por años se avecinaba y nunca fue analizado. Al carbón colombiano le impusieron otras reglas de juego “ya no tiene poder de negociación”. Reitero, es más para el carbón térmico que el coquizable (este inicia un proceso de sustitución para producir acero con trazabilidad).
Es claro que el mayor enemigo del carbón colombiano somos nosotros mismos, ‘el Estado’, el cual se quedó aullándole a la luna. Los países ricos en recursos naturales se reinventan cada segundo. Chile, el mayor productor de cobre del planeta, no cesa en sus patentes, se generan grandes alianzas público-privadas (empresa-academia e instituciones) buscándole mayor campo de maniobra para llevar esos grandes recursos a reservas.
Finalmente, Colombia necesita la Misión Lavoisier: se trata de una estrategia que permite ampliar la diversificación de los usos del carbón ‘carboquímica’. Por ahora seremos un país con grandes recursos y pocas reservas de carbón. El Pacífico nos espera por su cercanía a los mercados asiáticos “los mayores demandantes de carbón”, es por eso que, ese lugar necesita una mirada seria para entrar y pelear de manera engreída como la canción vallenata. No insistan más por el Atlántico.