El sufrimiento también es diferenciado – Carlos David Martínez Ramírez – #ColumnistaInvitado

Parece una perogrullada, pero es cierto que cada uno vive las condiciones de cuarentena de acuerdo con su propia experiencia; hay empresas que cerraron, otras están al borde de la quiebra, mientras algunas han perdido mucho, otras sólo han dejado de ganar; algunas familias pueden trabajar desde casa, para otras el encierro implica dejar de percibir ingresos o asumir rebusques con consecuencias complejas.

La presión sobre el personal de salud en las regiones periféricas es diferente a la que se enfrenta en las grandes ciudades. También resulta distinta la percepción de los profesionales con vínculos laborales decentes a la de quienes son contratados con órdenes de prestación de servicios o mediante cooperativas de trabajo asociado, un absurdo que sigue ocurriendo. Ni qué decir de los pagos atrasados, de la escasez de medicamentos y elementos de protección personal.

Posiblemente hay personas que no han perdido familiares cercanos y aún se preguntan si las medidas tomadas son exageradas; para aquellas familias que han padecido el fallecimiento de un ser querido la percepción es muy diferente.

Aunque esto parece obvio, en un país tan desigual como Colombia, es algo que tiene que tratarse y considerarse para la gestión de medidas eficientes. El falso dilema entre salud y economía es un discurso que ya se quedó corto. Las entidades gubernamentales deben considerar las diferencias sociales para gestionar medidas rápidas y oportunas.

En este momento de sufrimiento para muchos, lo que menos necesita la ciudadanía es peleas ridículas entre gobernantes nacionales, departamentales o municipales; no importa si su partido es azul, rojo, verde, naranja o púrpura; no hay que ser experto en liderazgo para comprender que lo que se requiere en estos momentos es estar unidos, con objetivos comunes, para superar una de las crisis más profundas en la historia reciente de la humanidad.