Una leyenda alrededor del juego del Turmequé o tejo – Heladio Moreno M. #DomingosDeCuentoYPoesía

En las tardes de ocio en el cercado del Gran Cacique Quemuinchatocha, Aquimin escuchó de los labios de su angustiado tío hablar de las sospechas que tenía sobre la llegada de unos extraños que lo ahogarían en su propia sangre para castigar los pecados de los Muiscas por violar las leyes de sus dioses ancestrales y los códigos de conducta de Nemequene.

Así mismo, le recomendó preservar su cultura y jamás olvidar sus costumbres como eje de su identidad como pueblo. Y le pidió salvaguardar una de especial significación: El juego del Turmequé, que se practicaba en la ceremonia de “Correr la Tierra”, donde se congregaban los mejores atletas de la nación Muisca y donde Caciques y capitanes lo jugaban para rendir homenaje al Dios Xue.

Años más tarde se enteró como el dios Fu, guardián de los caminos de Tausa y cuidador de las espaldas de los Muiscas, para evitar ataques de los Muzos, una noche que estaba concentrado en su labor se perdió en medio de un agreste paisaje y en la mañana apareció en el poblado de Turmequé jugando con unas piedras, los sorprendidos caciques de la región lo tomaron como un mensaje de los dioses y una señal para mejorar su herencia cultural.

Desde entonces los Caciques practicaron un juego consistente en apuntar a un objetivo distante con discos de oro que lanzaban en homenaje al sol para pedir su protección. Lo jugaban en concurridas ceremonias acompañado de espesas y chispeantes totumadas de chicha que los animaba a mejorar su puntería y a gritar groserías que poco a poco fueron aprendiendo de los españoles, porque en su lengua original estas expresiones no existían.

En 1537 en un día de mercado llegaron los españoles a Turmequé y sorprendidos vieron como los jefes jugaban con unos discos de oro apuntando con dirección al sol. Cien años después el cura observó como los indígenas sobrevivientes de la masacre, los mestizos y algunos blancos lo practicaban como su diversión favorita y se enteró que su Cacique Pedro Naizaque, siguiendo sus tradiciones, tenía siete concubinas por lo cual lo conminó a escoger una como su legitima esposa y este en forma inteligente organizó un campeonato para que la ganadora se convirtiera en la oficial.

Después de varias jornadas, María Lucero, una joven doncella de piel de caramelo y sonrisa de muñeca, resulto ganadora, convirtiéndose en la primera mujer campeona de un certamen de tejo o Turmequé, quien al igual que sus ancestros cuando lanzaba el disco corría, saltaba, decía groserías y bebía chicha como el mejor de los jugadores Muiscas. Cuatrocientos años después en el parque de Turmequé, en el mismo sitio que Jiménez de Quesada vio por primera vez su práctica, se erigió una estatua en su nombre para recordar esta efemérides y rendir un homenaje a la mujer indiana.

Heladio Moreno M.
Turmequé, 1950. escritor, investigador pedagógico y gestor cultural, exconcejal de Turmequé, miembro de la Academia Boyacense de la Lengua, de la Academia Boyacense de historia y de la Asociación Boyacense de escritores.


Los escritores interesados en participar en este espacio dominical, deben enviar sus trabajos a nombre del escritor, Fabio José Saavedra Corredor, al correo: cuentopoesiaboyaca@gmail.com. La extensión del trabajo no debe exceder una cuartilla en fuente Arial 12. El tema es libre y se debe incluir adicionalmente una biografía básica (un párrafo) del autor.

Los criterios de selección estarán basados en la creatividad e innovación temática, el valor literario, redacción y manejo del lenguaje y aporte de este a la cultural regional.

Todos los domingos serán de Cuento y poesía, porque siempre hay algo que contar.