En su origen, la leyenda aparece como un escrito para ser leído en las iglesias, al igual que el mito tiene la tarea de explicar fenómenos extraordinarios que ocurren en las diferentes regiones, pueblos, veredas y grandes ciudades del mundo.

En pueblos pequeños las leyendas, más que historias o cuentos para ser leídos, están manifiestas en la tradición oral que va cambiando de región en región por la palabra trasmitida de generación en generación manteniendo vivo en algunos casos las tradiciones y culturas de sus gentes.
En pueblos como Ventaquemada y Turmequé, se encuentran en la memoria de los abuelos leyendas como la del “Hoyo del aura” en la vereda Boquerón, el cual narra la historia de un niño y una niña que viven donde nace una turbulenta quebrada y que en tiempos de invierno se meten dentro de la corriente aumentando el caudal el cual desborda el cauce, ocasionando inundaciones.
De la misma manera se halla la “Cueva de Isairías”, que cuenta de un anciano sabio de muchos años con barba blanca y bastón, escondido en una cueva, según cuenta el abuelo, nunca se dejaba mirar de nadie, sólo aparecía a dar consejos sabios a los moradores del lugar y medicina a los enfermos; luego se escondía y nadie lo volvía a ver, mucha gente venía de otros lugares a escuchar su consejo; su palabra era de mucha sabiduría.
“El túnel de oro”, que conduce de Turmequé a Ventaquemada: Se dice que en tiempos del Cacique de Turmequé, los páramos pertenecientes a este territorio hoy conocido como Ventaquemada no eran lugares poblados, eran lugares de pagamentos sagrados de la raza Muisca – Chibcha. Desde Turmequé se encontraba un Túnel tallado en Columnas de oro por donde pasaban los Muiscas hasta Ventaquemada, sin embargo, otra versión afirma que dicho túnel se comunicaba con la ciudad de Tunja y que fue tapado para que Jiménez de Quesada no se tomara la ciudad, se dice inclusive que la puerta está oculta tras el altar sagrado del templo parroquial.

“La loma de Jonaguá” situada en la vereda de Teguaneque del municipio de Turmequé esconde en su interior la historia de un templo dorado el cual se abre los jueves santos a las doce de la noche siempre y cuando sea luna llena mucha gente dice haberlo visto. Una vez un borracho que renegaba de Dios pasó por ahí un Jueves Santo y se abrió la loma y se lo comió, permaneció tres días perdido, cuando salió dijo que adentro había muchas joyas y que ese templo estaba lleno de oro, luego corrió a contarle a su familia y nunca más se volvió a emborrachar.
“La Loma de la cruz”, se dice que en tiempos pasados mucha gente pobre se iba a la cima de la montaña y a las 12:00 llamaban a Satanás y hacían un pacto a cambio del alma para que en vida los volvieran ricos. Se cuenta que en noches oscuras en ese lugar se escuchaba el gemido de las almas y el grito del diablo llamando a los “empautaos”.
También, por estos lados se encuentra la historia de la “Candileja costurera”: Se dice que es una mujer costurera que se enamoró del compadre y tuvieron un hijo, cuando murieron no hallaron la gloria de Dios y se quedaron penando en la tierra. Hay quienes aseguran que por las veredas se ven tres luces jugando en las noches.

Un día la candileja pasaba cerca de Guanome y vio a la dueña de la casa cosiendo, doña Juana que así se llamaba, se dio cuenta y escondió la costura, cuando la mujer se acercó vio que era una mujer muy rara que llevaba un canasto, una pierna muy peluda, que salió como alma que lleva el diablo por la esquina de la casa y bajó por el Rodeo, camino que llevaba a Turmequé.
Las candelillas son los espíritus y las ánimas de los muertos que en el mes de noviembre salen por las noches a recorrer la tierra antes de llegar al cielo.
“La llorona del puente”: es la mujer que mató a tres de sus hijos cuando estaban en el vientre y cuando murió se perdió y no llegó al cielo, ya que se quedó en la tierra pagando sus culpas. Por las noches se escucha llorar por los caminos y pregunta por sus hijos, luego se va al puente de Albarracín. Muchos dicen que la vieron sentada en el puente y pregunta a los que pasan si vieron a sus hijitos.
“La Madre monte”: Cuenta la historia de un hombre leñador que fue al monte a cortar leña y le cogió la noche, mientras camina hasta encontrar un rancho abandonado, a eso de las 12:00 de la noche sintió deseos de estar con una mujer, cuando de repente apareció una dama muy hermosa que le dijo: ¿Me estabas llamando? ¡Aquí estoy! El hombre no pudo resistir y corrió a abrazarla y cuando la fue a besar la mujer abrió la boca y se lo comió. Dicen los que vieron que la sangre le escurrió por la mandíbula y se regaba por los palos de la cuja donde la quiso pretender ¡eso le pasó por deseoso y mal intencionado!

La historia del limosnero y Juan Futujato, cuenta que un hombre muy pero muy pobre iba por un camino y le cogió la noche; no tenia donde quedarse y se entró en un rancho viejo, estaba a punto de dormirse cuando desde el zarzo escuchó una voz que decía: “¿caigo o no caigo?, ¿caigo o no caigo? Preguntó, tanto que el hombre cansado de escuchar, dijo “que le caiga ya si es que quiere”.

Del zarzo cayó un brazo, y así seguía preguntando y cayendo por partes, primero un brazo, luego el otro, una pierna hasta que cayó todo el cuerpo; cuando cayó la cabeza apareció un hombre muy alto con una túnica y se lanzó a pegarle al limosnero, el viejo se defendió como pudo, recordó que llevaba una navaja y la sacó del bolsillo y lo cogió a puñaladas hasta que le rompió el hábito y cuando el fantasma vio el hábito roto dijo me ganaste ya no peleare más, súbete al zarzo allá tengo un baúl bájalo todo lo que hay es para ti, y diciendo esto desapareció.

El limosnero, a quien le temblaban las piernas del susto, subió al zarzo, bajó el baúl lo destapó y vio que estaba lleno de monedas de oro y joyas, ya era de mañana, las echó en su costal y se fue y ya nunca más pidió limosna.
*Por Carmenza Muñoz Moreno.