Gabriel Eisenband Gontovnik: «Soy un perseguidor de la luz»

Es la primera vez que un fotógrafo colombiano se hace acreedor del premio de fotografía más importante de naturaleza en el mundo: el Wildlife Photography Award.

La foto ganadora, inspirada en los bellos frailejones del Nevado del Cocuy en Boyacá. Fotografía – Archivo particular.

“En las altas laderas del Cocuy Boyacá florecen amarillos los senecios, mientras que el imponente Ritak’uwa se alza sobre la niebla en una tarde azul. Muy honrado me siento que esta imagen haya sido galardonada con el premio a la mejor fotografía en la categoría de Plantas del prestigioso Wildlife Photography Award”, escribió Gabriel Eisenband Gontovnik, en su cuenta de Facebook, en la mañana del miércoles 13 de octubre de 2020.

Gabo, como le dicen su familia y sus amigos, fotógrafo de grandes cumbres, barranquillero, 45 años, descendiente de inmigrantes alemanes y polacos, celebraba en su refugio de Bogotá el prestigioso galardón patrocinado por el Museo de Historia Natural de Londres, en esta oportunidad y en 56 años de historia del concurso, concedido por primera vez a un colombiano, inspirado en los senecios (senecio niveoaureus), preciosos frailejones, guardianes del Nevado del Cocuy, santuario natural de Boyacá, Colombia.

“Composición, luz y paciencia”, son los elementos esenciales de Eisenband en su oficio de fotógrafo de la naturaleza, con el que ha transcurrido por veinte años, luego de descartar la zona de confort como gerente de compras de una prestigiosa empresa, y dar un vuelco radical a su vida, como él subraya: elegir para siempre la montaña como su “nueva oficina”.

De los elegantes vestidos Carlos Nieto, sus camisas de cuello sanforizado, fino calzado y costosas corbatas, pasó a la ropa ruda de escalador, botas todoterreno y morrales que ocupan su sofisticado equipo de fotografía. Y en ese tránsito de explorador y descubridor de la naturaleza, dice haber aprendido a reconocerse en el adentro, en lo espiritual y revelador que ofrece el paisaje, esa diversidad de la que Colombia es referente privilegiado en el mundo.

Así se fue adaptando a ese nuevo estilo de vida, traducido en la soledad absoluta del hombre, solo en contacto con la naturaleza y sus imponentes catedrales: Chingaza, Sumapaz, Chiribiquete, La Guajira en su inmensidad y misterio, la Sierra Nevada de Santa Marta, Los Farallones de Cali, el Parque Nacional de Utría, la Orinoquía, la Amazonía, el Parque Nacional El Tuparro, el Páramo de Santurbán, y para él, las playas más extensas y bellas de arena perlada que existen en Colombia, las de Sanquianga, en el Pacífico, jurisdicción del departamento de Nariño, con su impresionante ecosistema de manglares, que integran el parque natural que lleva su nombre, entre otros paraísos colombianos.

Gabriel Eisenband Gontovnik. Fotografía – Archivo particular

Eisenband, en sus 45 años de vida, ha recorrido 41 de los 46 parques nacionales que ostenta Colombia, y de ellos tiene un admirable testimonio gráfico, representado en un libro de gran formato publicado por Villegas Editores. Se duele, que por prevención ante los desmanes de esta absurda guerra que no cesa, le obligue privarse de conocer y tomar impresiones en sus cámaras de parajes edénicos como Nukak, Paramillo y el Catatumbo.

Su único credo, respetando los demás, está sintetizado en una frase del fallecido escritor y ambientalista estadounidense Edward Paul Abbey, que trabajó como guardabosques del National Park Service: “El amor por lo salvaje es una expresión de lealtad hacia la tierra que nos sostiene. Es el único hogar que deberíamos conocer, el único paraíso que necesitamos si solo lo pudiéramos ver”.

Por: Ricardo Rondón Chamorro
Para: Boyacá Sie7e Días.