En años recientes ha sido noticia la eliminación de programas educativos y facultades de filosofía en instituciones de educación superior de diferentes países. Para algunos detractores de la relevancia de la filosofía, se trata de algo inútil; curiosamente, algunos defensores aceptan una definición de la filosofía, tal cual, como un conocimiento inútil, como es el caso de Darío Sztajnszrajber, un filósofo argentino muy reconocido en Hispanoamérica por su papel como divulgador.
Una de las defensas más interesantes de la filosofía, aceptando esta paradoja del reconocimiento de la importancia de lo abstracto y lo inútil, se puede encontrar en el artículo breve de Roberto Palacio titulado “¿Y para qué sirve un bebé recién nacido? Sobre la inutilidad de la filosofía”.
De acuerdo a Roberto Palacio, las cosas inútiles suelen ser “justamente aquellas en las que anidan nuestras esperanzas, donde toman forma los amores y los vicios, en donde nos jugamos el todo por el todo y por las que perdemos la vida o la cabeza”.
Desde la metafísica es posible razonar sobre la naturaleza de las cosas. Es posible que algunas personas tengan una visión distorsionada de lo que es la metafísica, de manera que son comunes las asociaciones del concepto con conocimientos “mágicos” o cuestiones “esotéricas”. Por otra parte, el operacionalismo, entendido como el énfasis en el “para qué sirven las cosas”, ha ayudado a desplazar la preocupación por el “para qué son las cosas”.
La ética nos mueve a reflexionar sobre cómo deberían ser las cosas, no se trata solamente de prohibiciones y restricciones, como algunos suelen pensar. Todos tenemos una estructura moral, de acuerdo a Adela Cortina, lo que cambia entre una persona y otra son los contenidos de cada estructura.
Desde una perspectiva academicista, la filosofía acaparó por varios siglos el centro de los debates académicos, por ejemplo, lo que hoy son las ciencias naturales antes se denominaba filosofía natural. Esto puede sorprender a algunos intelectuales que desconocen la historia de las ideas y que tienden a oponer la ciencia y la filosofía.
En términos del estudio de “materias” o disciplinas, en un campo escolarizado, siglos atrás la filosofía acaparaba el 90% o más de lo que hoy denominamos los planes de estudios, mientras que hoy representan un porcentaje mínimo, limitándose en muchas carreras a la epistemología o la filosofía de las ciencias.
Hay otro debate detrás de éste, el cual tiene que ver con el desdén de algunos por las ciencias sociales en general; en este contexto resulta interesante la postura de Mockus, defendiendo su importancia, respondiendo a la postura de Oppenheimer quien las señala como inútiles.
La filosofía tiene una importancia crítica, está íntimamente ligada con la lógica y las formas correctas de pensar, lo cual nos sirve para reflexionar sobre de las relaciones entre la política, el poder y el conocimiento, temas muy importantes sobre los cuales hablamos muy poco en Colombia.