El arco iris no brilló para los colombianos

Los años pasan y los recuerdos quedan, y cuando esos recuerdos se vuelven perdurables por lo que significaron… se convierten en realidades inmortales.

*Por: Orlando Peña Martínez,
periodista deportivo

Orlando Peña Martínez, periodista deportivo. Archivo Boyacá Siete Días.

Transcurría el año 1995 y Duitama en materia deportiva vivía su rutina tradicional, en la que se desarrollaban campeonatos de tejo, baloncesto y microfútbol; partidos de fútbol de veteranos en el estadio Cacique Tundama y recibía o despedía etapas de competencias del calendario ciclístico colombiano; sin embargo, Duitama ya era conocida en el ámbito deportivo internacional por la Maratón Los Libertadores y el Panamericano de Ciclismo en Pista, realizado en el año 90.

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Pasaban los días del año 95 y los anuncios que entregaba, vía fax,  la Federación Colombiana de Ciclismo eran difundidos por  los noticieros de la época a través de  las emisoras en AM: en ellos se daba cuenta de la realización de un  Mundial; esos anuncios se convirtieron con el paso de los meses en el tema motivo de charla en el parque Los Libertadores, en los barrios y veredas de Duitama, y en la gran  expectativa por la realización de una fiesta a la que todos querían asistir; y es que para la época el ciclismo colombiano ya tenía figuración internacional y en consecuencia la afición era grande.

Los barrios de Duitama se engalanaban ondeando las banderas de los países que iban a estar representados en el mundial de ciclismo, las fachadas de las casas fueron decoradas, el ornato y el ambiente de fiesta día a día aumentaba; las vitrinas del comercio eran decoradas con bicicletas, zapatillas y las réplicas del maillot arco iris, con el que se distingue al campeón del mundo, lo cierto es que todos hablaban del mundial y esperaban con ansiedad su realización.

El arcoiris no brilló para los colombianos en los mundiales de Duitama. Foto: Archivo Particular

Para la época, Colombia frente a Europa, ciclísticamente, se mantenía en un pedestal gracias a los  triunfos de los ‘escarabajos’ Lucho Herrera y Fabio Parra, quienes habían demostrado su enorme talento para escalar las duras etapas de montaña de la Vuelta a España y el Tour de Francia; Patrocinio Jiménez y Édgar ‘Condorito’ Corredor años atrás con sus hazañas habían demostrado la grandeza del ciclismo colombiano y para sumarle al buen momento surgía el nombre del duitamense Oliverio Rincón, quien venía de ubicarse cuarto en la Vuelta a España y quinto en el Giro de Italia.

Gracias a la gestión de sus dirigentes y al civismo de sus habitantes, la Perla de Boyacá se preparaba para cumplir con el compromiso mundialista: no había duda, todo estaba listo para la gran fiesta mundial del ciclismo; Duitama reviviría su protagonismo como anfitriona de eventos deportivos internacionales.

Llegó el domingo 8 de octubre de 1995, el día esperado por los duitamenses, el día del circuito mundialista; la mañana era gris y adornada por unos tímidos rayos solares, pero con una inmensa alegría de miles de aficionados al ciclismo que se dieron cita, desde temprano, para ubicarse al lado y lado de la vía.

Las banderas colombianas adornaban la jornada y los murales que promocionaban una marca de cerveza servían de complemento al decorado que señalaban el arribo al Alto del Cogollo, el paso por el sector de La Gruta y el descenso vertiginoso a la línea de sentencia, ubicada en la Avenida de las Américas, para contabilizar cada uno de los 15 pasos programados para el circuito.

A cada paso de los ciclistas, miles de duitamenses y colombianos disfrutaban el espectáculo, gritaban animadamente: ¡Colombia…Colombia!, para animar a Oliverio Rincón, al ‘Rápido’ Ochoa y a José ‘Chepe’ González, ciclistas que aguantaron, durante las 7 horas del circuito, el pedaleo explosivo y demoledor de los españoles Abraham Olano y Miguel Induráin, del italiano Marco Pantani y de los Suizos Mauro Giannetti y Pascal Richard.

Triunfo de españoles: Abraham Olano cruzó en primer lugar la línea de meta y Miguel Induráin aseguró la medalla de plata. Foto: Archivo Particular

El sol se fugó y apareció la lluvia y mientras llovía y llovía, como dice la canción del desaparecido Leonardo Fabio, el espectáculo no se detuvo:  los protagonistas de la película buscaban la medalla de oro y el maillot arco iris, los aficionados se mantuvieron estáticos durante las siete horas que duró el circuito, nadie cedía su lugar, la fiesta siempre estuvo en su máxima expresión.

Finalmente, en solitario Abraham Olano cruzó en primer lugar la línea de meta, se coronó campeón mundial y, de paso, conquistó el oro y se llevó el maillot arco iris para España y, como si fuera poco, su compatriota Miguel Induráin aseguró la medalla de plata, luego de un soberbio embalaje en el que le ganó en el sprint al italiano Marco Pantani.

Los corazones de los aficionados palpitaban aceleradamente y esperaban con ansias al de la ‘tierrita’, a Oliverio Rincón, quien luego de un minuto 58 segundos arribó a la línea de meta; los duitamenses le aclamaron como si hubiese sido el campeón del mundo. Minutos después pasaron el paipano Israel Ochoa y el sogamoseño José ‘Chepe’ González, quienes bajaron el telón de esta fascinante historia del ciclismo mundial, que hoy los boyacenses recordamos gratamente.

Quienes tuvimos la oportunidad de transmitir este evento en directo, a través de la radio, lo hicimos con la pasión que envuelve nuestro trabajo y aunque incómodamente trepados en una improvisada tribuna y totalmente empapados por la pertinaz lluvia, logramos contarles a Boyacá y a la capital del país el transcurrir del mejor evento deportivo que ha tenido Boyacá en los últimos 25 años.