Añoranzas de un mundial

Si de refrescar la memoria se trata, resulta muy grato hacer un somero recuento de lo que fueron los campeonatos mundiales de ciclismo, realizados en Duitama como epicentro del certamen.

Por: José Ricardo Bautista Pamplona 
Integrante del «Comité Operativo»
Campeonatos Mundiales de Ciclismo – Duitama

José Ricardo Bautista Pamplona – Foto: Archivo Boyacá Sie7e Días

Atañe entonces hablar de lo que me correspondió coordinar como miembro del “Comité Operativo” en la ciudad anfitriona y en desarrollo misional del cargo que ostentaba en la época como Director General del Instituto de Cultura, Turismo y Bellas Artes de Duitama, Culturama.

Organizar una ciudad con una infraestructura hotelera y gastronómica modestas para un certamen mundial, no solo era un reto, sino una titánica encomienda, porque el choque de culturas: la ancestral con la modernidad global era inminente.

Se trataba, ni más ni menos, que recibir al universo del ciclismo en Duitama, a la prensa de todas las latitudes y todo lo que se mueve alrededor del deporte del pedal y de un certamen de tamañas magnitudes.

Las especulaciones no se hicieron esperar y varios “expertos”, de esos que siempre aparecen en todos los eventos, hablaban de cuanta cosa se les ocurría y se atrevían a asegurar que después de los mundiales la mayoría de los habitantes de la “Perla” se iban a convertir en millonarios, entonces todos querían comprar el televisor de más pulgadas para colocarlo en sus locales, se tramitaban créditos en los bancos para invertirlos en nuevos establecimientos y negocios, se inventaron toda clase de souvenirs, los pintores hacían obras de arte dedicadas a la bicicleta y le ponían precios en dólares con varios ceros a la derecha, se hizo la apertura de un centenar de restaurantes, fuentes de soda, sitios de recreación, al tiempo que se disparó la parahotelería – conocida como aquella que contraviene la que está en regla y paga impuestos.

Todos querían alquilar una pieza o sus casas, al costo que fuera, porque según les habían dicho los “expertos” les llegarían dólares, pesetas, francos y entonces no iba a ver caja fuerte que pudiera aguantar los millones que se iban hacer en el anticipado “agosto”.

Sin embargo, nadie hablaba sobre el arreglo de la casa y en especial en algo fundamental para presentarse ante mercados internacionales como el bilingüismo, las facilidades turísticas, la infraestructura turística y, por ejemplo, en la circulación del dinero plástico – que por esos años ya era utilizado en Colombia y más en los países que visitarían la ciudad, los estándares de calidad para los sectores de la hotelera y la gastronomía y, en fin, tantos “pequeños detalles” que a la hora de un certamen internacional son realmente relevantes.

Fue necesario entonces la creación de varios comités liderados por Culturama y la U.P.T.C con la facultad de hotelería y turismo para hacer un verdadero análisis de la ciudad frente al evento orbital, y sus resultados obligaron a reaccionar de inmediato, incorporando sistemas de capacitación como los cursos de bilingüismo y atención al cliente para los ataches, taxistas, hoteleros, comerciantes y todo aquel que pretendiera ofertar servicios a los visitantes.

Se organizaron rutas de supervisión para visitar, uno a uno, cada establecimiento hotelero legalmente constituido y hacer un inventario de sus servicios, elementos, camas, tendidos, protocolos de atención, seguridad, higiene entre otros aspectos que son pieza angular en la dinámica de este sector.

Con los Campeonatos Mundiales de Ciclismo se habilitó el patio de banderas que aún se utiliza en la «Perla». Fotografía. Archivo particular.

Los conductores fueron convocados a capacitación y lo mismo ocurrió con los dueños de restaurantes, cafeterías, bares y en general el comercio de la “Perla”.

Culturama convocó también a los artesanos para organizarlos y transmitirles, en tiempo récord, varios sistemas de mercadeo, haciendo una ponderación de sus productos y lo mismo ocurrió con los artistas de las artes plásticas, la música y la danza entre otras disciplinas.

Junto a los delegados de la UCI y los organismos nacionales se trabajó en una agenda cultural para el lanzamiento del certamen que se realizó en la Plaza de los Libertadores, en una gigantesca tarima proporcionada por la marca “Leona” que por esos días lanzaba su producto de cerveza para hacerle competencia a Bavaria.

Pero días antes de la justa deportiva la ciudad no reaccionaba en la forma debida y solo restaban semanas para que el mundo hablara de la sede anfitriona del evento. Fue entonces cuando la primera dama de la ciudad Nuncy Diaz de Becerra propuso en una reunión de presidentes de juntas de acción comunal en Culturama, que cada barrio se convirtiera en padrino de una delegación del mundo, propuesta que fue acogida de inmediato por dinámicos  líderes comunales como Armando Reyes Lara, presidente de la JAC del barrio Boyacá, Andrés Limas q.e.p.d. presidente de la JAC del barrio Salesiano y Joaquín Támara líder del barrio Primero de Mayo por mencionar algunos de los que como dicen, le metieron el hombro al asunto y motivaron a sus comunidades. En este sentido fue muy importante también las acciones emprendidas por el concejo municipal presidido en ese momento por el jurista Enrique Monrroy Garzón.

Todo cambio de la noche a la mañana y en apenas tres fines de semana brocha en mano las señoras, los niños, los líderes y las comunidades en general se volcaron a las calles para pintar las banderas del país que les había correspondido en los postes, tanques de agua, tejados, pisos y en cuanto objeto hubiera atravesado en el camino de cada sector, así como cortar tela para diseñar las banderas y engalanar las cuadras de la ciudad anfitriona.

En pocos días Duitama se convirtió en una obra de arte y recorrerla era fascinante porque, no solo sobresalían los colores de las banderas de cada país, sino que los lugareños habían diseñado carteles, vallas y pancartas con frases de bienvenida para sus delegaciones, junto a la estructura de una agenda cultural y un menú para el recibimiento de sus ilustres visitantes.

En el Parque de los Libertadores se habilitó el patio de banderas, que desde esa época hasta hoy existe y se utiliza en la celebración de la Semana Internacional de la Cultura Bolivariana y los Países Hermanos. Así mismo en la glorieta del hospital se ubicó una escultura, en tamaño real, del pedalista Oliverio Rincón, como homenaje a los ciclistas del país y el mundo.

Duitama se convirtió en una sola bandera. Fotografía – Archivo particular.

Danzas, serenatas, retretas, recorridos en chiva, alboradas con la extinta banda de músicos veteranos de Duitama que, bajo la dirección del maestro Carlos Julio Aranguren Medina, no daba abasto en la musicalización de los actos programados en cada sector, piquetes y eventos sociales, hicieron parte de los cronogramas de recibimiento y todos a la expectativa contaban los días para que llegara la hora cero y se diera inicio al anunciado evento.

Llegado el día los helicópteros de la organización, así como los de la prensa mundial, empezaron a asomar por el cielo duitamense y los comentaristas deportivos dibujaban con sus atesoradas narrativas el arcoíris que veían sus ojos desde las alturas, sin escatimar elogios para Duitama a la que describían como una verdadera acuarela viva que se confundía entre las banderas de los países participantes.

Ante tanto enaltecimiento y vocablos de refinado calibre, surge entonces la osada frase “Duitama capital cívica del mundo”, slogan que hizo parte de algunas vallas que se colocaron luego del mundial en las entradas de la ciudad, patrocinadas por el grupo Ardila Lülle que había pagado por la exclusividad del evento.

Surgió también un santoral de anécdotas con las exageraciones propias del “voz a voz” y se cuenta entonces, que los orientales se comieron hasta las tusas de las mazorcas chorreadas que les ofrecieron, y que otras delegaciones europeas se habían devorado las hojas de los suculentos tamales, otros contaban que los lituanos se habían averiado la columna vertebral tratando de cogerle el paso a la carranga, pero todo hacía parte de ese momento inédito y del fulgor que se apoderó de los corazones de los duitamenses en donde hubo espacio para la música, las coplas, la poesía, la danza y todas las manifestaciones nobles del espíritu, volcadas en un momento de euforia y alegría plena.

“Se lucio Duitama se lució” decían todos y los periodistas seguían elogiando a la ciudad y a la administración de aquel entonces en cabeza del abogado Héctor Julio Becerra Ruiz, quien junto a su gabinete estructuró un verdadero sistema organizacional en donde no se escapó ningún detalle, porque el mérito es sin lugar a dudas de todo el equipo de ese momento, cada quien con sus funciones y responsabilidades en materia de infraestructura, salud, seguridad, comunicaciones, deportes, cultura y turismo y en general de todos los aspectos que se orientaron de la mejor manera desde las áreas de la administración municipal para no ser inferiores al reto.

La “Perla” paso la prueba y la ruta del mundial se pretendió convertir en un lugar turístico en el que posterior al certamen muchos intentaron habilitar restaurantes, discotecas, galerías, parques, monumentos, pero la espuma fue bajando y tal vez no se supo aprovechar el momento para haber convertido este emblemático recorrido en atractivo y contarle a propios y visitantes que por esas calles y paisajes habían pasado los más famosos y acreditados pedalistas del Universo.

“Mataron el tigre y se asustaron con el cuero”, es lo único que puedo decir como integrante de este privilegiado grupo que estuvo a cargo de la organización en el denominado “Comité Operativo” de Duitama; sin embargo, por esos días y amparados en la misma emoción se logró cristalizar el Pueblito Boyacense que permanece de pie para narrar su propia historia.

Hoy, 25 años después, hay una grata recordación en el corazón de los habitantes de Duitama, cada quien tiene una anécdota por contar, tal vez a su manera y con las contradicciones propias de los relatos y las historias, pero a nadie se le puede borrar de la memoria, que, gracias a este evento, la danza, la música, la poesía, el arte en general, el civismo, la hermandad y la solidaridad florecieron y las manos de los artesanos sacaron lo mejor de su repertorio para entregar los recordatorios que aún sobreviven al tiempo en repisas, exhibidores y el recuerdo de grandes personajes, del deporte y el periodismo mundial.

Duitama entregó a las delegaciones, organización y a la prensa, un álbum llamado “Muy Boyacense” y los bambucos, pasillos y torbellinos en las voces de los nuestros como Zabala y Barrera, Sol y Luna, Caña y Santana, Sandra Esmeralda Rivera, Francisco Jiménez Mancipe, Carlos Francisco Bernal, Jesús Mesa, Reinaldo Monrroy, Oscar Álvarez, Campanitas, Palos y Cuerdas, entre otros, viajaron en los equipajes de los visitantes para morar en el alma de aquellos que un día llegaron a Duitama y dejaron allí su huella y su recuerdo.

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