Digamos que la boyacensidad nos la impusieron mediante Ordenanza en el 2009, dizque para promover y reafirmar la identidad regional porque el boyacensismo es una palabra no grata para quienes aman profundamente este pedazo de Colombia.
Por: Alfredo Dehaquiz Mejia,
Periodista de Duitama.
Dice el adagio popular que ‘el que niega su tierra, niega su mama’, así que, sea boyacensidad o boyacensismo, el amor por esta tierra que recibió su nombre del Congreso de Cúcuta, en 1821, como homenaje a la batalla del Puente de Boyacá debe ser tan grande que no nos quepa en el corazón.
Hace unos días el dignísimo senador Armando Benedetti dijo con gran desparpajo “¿Hay algo más tonto en este país que el puente de Boyacá? No es ni puente ni un carajo, primero. Segundo, esa fue la última guerra que se dio de un poco de tipos descamisados, enfermos. Ahí no se dio ninguna guerra. Pero como peleó Bolívar y Santander fue la superguerra. La superguerra viene después, cuando los españoles tratan de hacer la conquista, tratan de entrar por el Caribe, por Salgar, por Puerto Colombia”
Así, sin el menor sonrojo dejó nuestra boyacensidad sepultada bajo sus babas y ninguno de los ilustres o no ilustres hijos de esta tierra Cuna de la Libertad y Orgullo de América dijo esta boca o esta pluma es mía, es decir, nuestra boyacensidad sólo existe en la Ordenanza de marras.
Sin duda la boyacensidad o el boyacensismo se van adquiriendo al abrigo de una ruana y en el calor del hogar. Amar a esta tierra no es disfrazar a nuestros niños de los que son, campesinos, el día que amemos ser lo que somos ese día nadie irrespetará los símbolos de nuestra identidad histórica.