Boyacá es historia. Acá nació Colombia. Nuestro departamento tiene el honor de que en sus montañas se logró la libertad de lo que es nuestra nación.
*Por: Ramiro Barragán Adame,
Gobernador de Boyacá

Cuando me preguntan por la Boyacensidad, me remito a esas glorias, a esas luchas que en estos verdes campos se dieron. Pienso, también, en que nuestro departamento le ha dado grandes hombres a esta patria, que la han hecho crecer en medio de tantas dificultades.
Recuerdo a los 14 presidentes boyacenses. Recuerdo que este retazo verde de tierra ha dado hombres de letras, artistas, académicos, deportistas y un sinnúmero de ciudadanos que, a partir de una idiosincrasia noble pero siempre aguerrida, fuerte y coherente, le han aportado al país como ninguna otra región lo ha hecho.

Pero también pienso que la Boyacensidad significa presente y futuro. Creo profundamente en los jóvenes de hoy, aquellos que saben que el nuestro, es un departamento con tanto porvenir como pasado.
Creo que la maravillosa celebración del Bicentenario se convirtió en ese sentimiento que hizo que los boyacenses nos sintiéramos orgullosos de lo que hemos sido, de los que somos, pero también de lo que somos capaces de hacer.
No en vano, Boyacá es hoy un departamento a la vanguardia en Colombia en temas como la seguridad, la capacidad de diálogo para resolver los problemas; el cuidado medioambiental, la educación y salud, entre muchos otros, que le apuntan a generar calidad de vida.

Creo que nadie mejor representa la Boyacensidad hoy como estos jóvenes que cuidan su tierra, que saben que sus páramos son vida y que luchan por salir adelante y por una sociedad mejor en la que la igualdad sea la regla y no la excepción.
Que saben, como lo supieron sus ancestros, que la palabra es el arma más poderosa para avanzar. Que le dicen no a la guerra y sí, ¡siempre sí a la paz! Boyacá, en los últimos años, volvió a ser un ejemplo nacional; un logro que no hubiera sido posible sin la unidad de gobernantes, ciudadanía y sector privado.
Un logro de la Boyacensidad, la misma que nos recuerda una y otra vez que nuestro devenir lo construimos entre todos, claro, con diferencias, pero con la claridad de que el trabajo en conjunto es el más preciado camino para superar las dificultades.

Así, pues, Boyacensidad es una ruana, es una historia, es un ciclista que en sus piernas lleva a un país entero, es un campesino alimentando a Colombia; pero, ante todo, es esa forma de ser que nos hace capaces de observar con otros ojos la vida misma y que en los últimos tiempos ha retumbado hasta en los más recónditos rincones del país.
Por eso, en esto momentos, tiene más sentido que nunca aquel bellísimo bambuco del maestro Héctor J. Vargas que nos estremece cuando suena en donde quiera que estemos, ya sea en nuestro propio pueblo o en el exterior. Que hoy, desde Puerto Boyacá hasta Cubará, en cada uno de los 123 municipios y que todos los boyacenses en cualquier lugar del mundo, entonemos con el alma “¡Amo a mi tierra como a mi mama!”.