Doscientos un años de boyacensidad

No nací en Boyacá; tengo 77 años y llegué a estas tierras milagrosas a la edad de 20. Es decir, soy boyacense. Y me enorgullezco de ello, sin desconocer mi origen, que es el departamento del Tolima.

*Por Raúl Ospina Ospina
Escritor y periodista de Chiquinquirá

Raúl Ospina Ospina, 57 años haciendo boyacensismo. Foto: Archivo Boyacá Siete Días

Y qué mejor fecha para referirme al orgullo de ser boyacense que hoy, el segundo día del décimo mes del año. El libertador Simón Bolívar asumió el gobierno de la Nueva Granada, el 8 de agosto de 1819, apenas unas horas después de haber derrotado a los españoles, en el puente de Boyacá; y comenzó, al lado de Santander, a trabajar en la organización de un Estado que tuviera la solidez necesaria para manejar su independencia y poder repeler cualquier intento de invasión foránea. En ese proceso de reordenamiento de lo que hoy es Colombia, firmó el decreto de creación del Estado de Boyacá, el 02 de octubre de 1819.

El olvido llenó de telarañas el decreto de Bolívar, hasta el año 2009, cuando el Gobernador José Rozo Millán, un boyacense que siente la sangre de la tierrita hirviéndole en las venas, desenterró de las oscuras entrañas del olvido el decreto de Bolívar y presentó a la Asamblea Departamental un proyecto de ordenanza por el cual se declaraba en todo el territorio boyacense, el DIA BOYACENSIDAD y se decretaba día cívico.

Se desempolvaron las ruanas y las alpargatas, el bordón bajó de la puntilla donde reposaba sobre la cal de una pared de campo y el sombrero se irguió sobre la grandeza del campesino boyacense y las guabinas, los torbellinos y los bambucos invadieron la tierra de la libertad.

Ser boyacense es llevar sobre la frente el aura de la libertad, sobre el alma el ritmo de un torbellino y en la mente un torrente de historia. Foto: Archivo Boyacá Siete Días

Los niños bailaron y cantaron y por las cristalinas aguas del río Teatinos fluyó la historia para decirles a los moradores de otras tierras que aquí hay una raza pujante, amante de la paz, defensora del trabajo y la familia e impulsora, como pocas, de la cultura. Entonces recobraron su importancia Moreno Durán, Fernando Soto Aparicio, Jairo Aníbal Niño, El Indio Rómulo, Rómulo Rozo y Javier Ocampo López; y los compositores Pongutá, Urdaneta, Goyeneche, Murillo, Medina Mora, Camargo Spolidore, Cristancho y tantos otros que colmaron con su música el azul del cielo boyacense.

Boyacá, cultiva la papa, los nabos y la cebada, pero, también, la literatura y la política. No en vano Héctor Vargas dice. “Lucho incansable contra gobiernos que en su provecho el fisco gastan y cuando triunfo tan sólo pido, una curul en la burocracia”.

Y de esa vocación politiquera del boyacense llegaron al solio de Bolívar, entre otros, Eduardo Santos, José Ignacio de Márquez, Enrique Olaya Herrera, Gustavo Rojas Pinilla, Salvador Camacho Roldán, Santos Acosta José Joaquín Camacho y santos Gutiérrez.

En el año 2009, cumpliendo el decreto del gobernador José Rozo Millán, se tuvo la primera celebración del Día de la Boyacensidad. Foto: Archivo Boyacá Siete Días

Y en la literatura dejaron sus escritos a la posteridad, Rafael Gutiérrez Girardot, Sor Josefa del Castillo y Guevara y Eduardo Torres Quintero, entre muchos otros que dedicaron su vida a exaltar la grandeza de esta tierra, cuna de la libertad, donde la mano encallecida por la presión de la azada el machete o el rejo, también puede empuñar espadas afiladas contra la opresión y plumas impregnadas de tinta para dar brillo a la palabra que ilustra y ennoblece.

Ser boyacense es llevar sobre la frente el aura de la libertad, sobre el alma el ritmo de un torbellino y en la mente un torrente de historia y un acervo de literatura que nos hace sentir orgullosos y nos invita a gritar: “Soy boyacense de pura raza”.