Boyacá en los orígenes de Colombia

Boyacá es el relicario y corazón de la Patria colombiana, cuyos campos sublimes fueron escenario de la Campaña Libertadora de 1819, es decir, en el Bicentenario que recién conmemoramos. Se destaca para la Historia, que su pueblo colaboró decisivamente con los Libertadores para la culminación y triunfo de la Independencia.

*Por: Javier Ocampo López,
Presidente Academia Boyacense de Historia

Javier Ocampo López, presidente Academia Boyacense de Historia. Foto: Luis Lizarazo / archivo Boyacá Siete Días.

Boyacá ama la libertad y la Independencia, porque son semilla y fruto que han germinado en la mentalidad colectiva de sus gentes.  Defiende el sentimiento de Patria, porque en sus entrañas brilló el sol de la esperanza cuando sus hombres integraron la marcha Libertaria que inició en la Aldea de Setenta y Mantecal, durante 77 días y que culminó en las Batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá, en cuyo triunfo del 7 de agosto de 1819 Nació Colombia como Estado Nacional. Por ello, en estas tierras está amasada la esencia del alma colombiana.

El pueblo boyacense manifiesta una esencia ontológica bicultural, con supervivencias étnicas y culturales chibchas e hispánicas y la presencia de dos mundos y dos mentalidades: la indígena o chibcha con mentalidad cíclica, atemporal, que permite una proyección de la cultura, teniendo en cuenta las permanencias y el tiempo cíclico de los eternos retornos. Y el mundo hispánico, con predominio de las vigencias y creencias de la España renacentista, con una mentalidad lineal y con una vivencia de la cultura que va del pasado hacia el futuro.

En la yuxtaposición de estas dos mentalidades: la cíclica de la permanencia que transmite el mundo indígena y la lineal del mesianismo que legó el mundo hispánico, se encuentra la explicación de algunos problemas sociales, culturales, políticos y económicos. En especial, las actitudes de los boyacenses en la concepción del mundo y de la vida con la búsqueda de soluciones a sus problemas.

En esta mentalidad, la calma y pasividad del mundo cíclico; y por otra, la rebeldía del boyacense que se yergue altanero e insistente para defender sus derechos. Una tendencia que presenta el boyacense en los dos siglos de la consolidación nacional y que se refleja en las generaciones de dirigentes, es la vocación política y su tendencia democrática y civilista. El respeto a la Constitución, las leyes y a las instituciones democráticas y republicanas, ha conformado un hombre “civilista” y esencialmente político.

Se destaca para la Historia, que su pueblo colaboró decisivamente con los Libertadores para la culminación y triunfo de la Independencia. Foto: Archivo Particular

Esta tendencia se ha reflejado en las actuaciones de los boyacenses en la política nacional, mencionado entre los casos más representativos, los del Dr. José Joaquín Camacho, natural de Tunja, presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada; el Dr. José Ignacio de Márquez, hijo ilustre de Ramiriquí, llamado el ‘Cicerón de la Nueva Granada’ por su pasión civilista y constitucionalista; el Dr. Ezequiel Rojas, hijo de Miraflores, fundador del Partido Liberal Colombiano; los presidentes radicales Santos Gutiérrez, Santos Acosta, Sergio Camargo y Salvador Camacho Roldán, entre otros; el general Rafael Reyes, natural de Santa Rosa de Viterbo; el Dr. Enrique Olaya Herrera, oriundo de Guateque; el general Gustavo Rojas Pinilla, presidente tunjano, y otros boyacenses que han luchado por la democracia, el progreso y el desarrollo de Colombia.

Boyacá: Tierra de alborada, en cuyas entrañas se amasó el alma colombiana. Pueblo de la libertad, con cuyas fuerzas resistentes al invasor o conquistador hispano, el indomable Tundama dio el grito de rebeldía que se proyectó tres siglos después, con luz diamantina de independencia, en nuestro Pantano de Vargas y en el inmortal Puente de Boyacá. Tierra de poetas e ilustres humanistas, con luces de esperanza; bastión lumíneo de la paz y eco de la colombianidad.