Alvaro Dalmar canta desde el más allá

Varios melómanos allegados al compositor, afirman que Alvaro Dalmar nació en Sogamoso, Boyacá.

 Álvaro Chaparro Bermúdez, quién sería conocido en el ambiente musical como Álvaro Dalmar,  nació en el barrio Las Cruces de Bogotá, por ese entonces un prestante lugar, el 7 de marzo de 1971. Así lo registran las actas, aunque muchos aseguran que nació en Sogamoso Boyacá.

Sus padres fueron José Chaparro Zambrano y Tránsito Bermúdez Otalora. La música lo cautivó de niño y desde muy joven aprendió a tocar tiple y bandola, pero fue la guitarra su gran amor. Muy cerca de allí, en el pasaje Rivas, se reunían figuras rutilantes de la escena musical como Fulgencio García (con quien recibió clases) y Luis Emilio Murillo.

Su primera agrupación musical nació en 1933 con el nombre de “Los Cuatro Diablos”. Viajó a Nueva York, y estudió en la prestigiosa Academia Julliard y guitarra con el maestro Andrés Segovia.

Viajó a Las Vegas y Los Ángeles con el barítono Carlos Julio Ramírez, trabajando en Hollywood para la Columbia Pictures, haciendo música para películas y documentales. Fue allí donde Carlos Julio se convirtió en estrella, interpretando varias de sus canciones, entre ellas «Bésame Morenita», compuesta en 1950 y grabada en múltiples versiones.

Ya en Colombia conformó el «Trío Dalmar», conformado por Alejandro Giraldo y el cubano Eduardo Durán, quien luego fue reemplazado por Roberto Pereda. 

El Quinteto Dalmar

En los años 60 fue productor y director del sello disquero Philips, dirigiendo la orquesta y creando su famoso «Quinteto Dalmar», célebre por sus armonías vocales. La agrupación estaba conformada por la soprano Kary Infante, quien estudió canto en los Estados Unidos, Nubia Ordóñez, el gran tenor Julio César Alzate, el tenor lírico Jaime Hernández, y el barítono bajo José Luis Escobar. América Zamudio ingresó un tiempo después.

Dentro de su prolífica obra, Dalmar registró dos mil piezas entre suites, himnos, misas, oratorios, sonatas, preludios, danzas, boleros, guabinas, valses, pasillos y bambucos. Entre sus obras más famosas están: «Bésame Morenita», «La carta», “Amor se escribe con llanto”, “Lágrimas”, «Indio», «Grato silencio”, “Todito el año”, “Di que no me quieres”, “Por un huequito del cielo”, “Me desperté sin ti”, “Cartagena señorial” y “Compadre no me hable de ella” y un hermoso tema de cumpleaños.

Lo conocí en Sayco, ubicado en la avenida 19 con 39. Amable y cálido, fue uno de los referentes de la defensa de la música nacional. En esa época andaba como un gitano, y lo ayudé a conseguir un apartamento muy cerca de la entidad.  Entró a trabajar a Sayco en el departamento musical, verificando las partituras de las obras de los socios. Igualmente, trató de conformar una escuela de capacitación para los compositores empíricos.

Eran los tiempos de Jorge Villamil en la presidencia de Sayco, por allá en 1984. Dalmar era el rey de las tertulias. Su valiosa guitarra española se deleitaba con ese amante que la tocaba con tanta maestría. Yo era un fanático de Dalmar, quien interpretaba sus canciones con su estilo peculiar. A pesar del defecto que dejó el accidente en los Estados Unidos, que afectó los dedos de su mano izquierda, cuando alguien cerró la puerta de un vehículo y no se dio cuenta que Dalmar tenía su mano en el borde y la cerró, triturando sus dedos. Allí terminó la promisoria carrera como concertista, de uno de los discípulos más apreciados de Andrés Segovia, maestro de guitarra de «Alvarito», como le decíamos coloquialmente.

Por ello, en sus tertulias, Dalmar solo interpretaba máximo dos canciones, pues el dolor comenzaba a aparecer en su mano. Alguna vez, en su apartamento a espaldas del Hotel Continental, se disgustó conmigo, porque yo le solicitaba una y otra canción. Entonces me dijo: «Oscarito, me va a tocar decirte que te vayas, porque insistes que siga tocando. ¿No ves que la mano me molesta, por el problema que tengo?». Le pedí disculpas y continuó la tertulia.

En ese lugar, se hacían frecuentes reuniones, a las que asistíamos con Jesús Rincón, Jaime Hernández, Jorge Villamil, Rafael Escalona, José Padilla, América Zamudio, Pachito Zapata, el «Pisco», Eduardo Calle, Oscar Fajardo, Santander Diaz, Gastón Guerrero y muchos más. Eran tertulias inolvidables en torno a la música. Todos participábamos con entusiasmo.

Por esa época Dalmar tenía de novia a una morena llamada Rosario. Era una abogada muy traviesa que más de una vez le puso los «cachitos» al maestro. Una vez, Dalmar fue al apartamento de «Charito» (como le decía cariñosamente) y quedó sorprendido al ver en una olla de barro a todos los miembros del Consejo Directivo de Sayco, representados en muñecos con un alfiler.  Entonces, Alvarito nos refirió la historia y dijo a Villamil: «Jorgeeee, esa mujer es una brujaaaa!». (Alvarito siempre se distinguió por prolongar la última sílaba, cuando hablaba; también asomaba la punta de su lengua, en medio de una sonrisa)

Una de esas noches, Alvarito echó de su apartamento a Jesús Rincón, dizque porque le estaba «gallinaceando» a su hermosa Berenice, una joven boyacense a quien Dalmar  habia convertido en su compañera. De mal genio, Dalmar era cosa seria.

El Festival Internacional «Colon de Oro»  

Con motivo del sesquisentenario del descubrimiento de América, organicé y dirigí el Festival Internacional Sol de Oro, que tuvo como escenario el Teatro Colón, con representación de cinco países: España, México, Argentina, Venezuela y Colombia. Por Colombia participó Dalmar, con su obra «Indio», interpretada por el gran tenor JULIO CÉSAR ALZATE. La orquesta acompalante estaba conformada por músicos de la Filarmónica dirigidos por Raúl Rosero. El intérprete ganador fue «El cuervo», de México. Dalmar, había ganado ya el Festival de la Canción Colombiana, en Villavicencio.

El jurado calificador estaba conformado por Rafael Escalona, Jorge Villamil, Juan Vicente Torrealba (invitado de honor desde Venezuela, para condecorarlo) José Barros y Sandra Milena. Al momento de deliberar, José Barros manifestó que la canción «Indio», no era inédita. Pero Escalona se paró y dijo «Bueno, vamos a deliberar», y dejaron solo, en el balcón donde estaban, a José Barros quien, como no podía caminar solo se quedó refunfuñando…La canción ganadora fue «Indio» de Álvaro Dalmar. El premio fueron cuatro mil dólares, entregados por Seguros Colón, de Colseguros. Con ese dinero pagaría la cuota inicial de un apartamento ubicado en la calle 19 con carrera quinta y donde se pasó a vivir con su amada Berenice.

El accidente con Villamil 

Álvaro Dalmar se unió a Jorge Villamil (presidente de Sayco) Antonio Serrano (fiscal) y Héctor Paúl Vanegas (directivo), para viajar a Tunja en una delegación oficial con el gobernador. Se movilizaban en un Citroen dorado francés, que Villamil exhibía con orgullo. La densa niebla en la carretera y la inexperiencia del conductor, que trató de pasar una tractomula, ocasionaron un grave accidente. Conocida la noticia, nos trasladamos hacia Tunja, con Raúl Rosero y Oscar Fajardo, como miembros de la directiva.

Villamil se sacaba esquirlas de la cabeza, y un enfermero le iba a colocar anestesia para poder coser una cortada en la pantorrilla. Entonces Villamil le dijo: «Muestre pa’ca». Y le quitó el hilo y la aguja, cerrando él mismo su herida. Y Dalmar, un poco maltrecho por el accidente, dijo a Villamil: «La culpa del accidente la tuvo el chofer. Cómo se te ocurre dejar que el carro lo maneje ese bebeee? Se refería a que el conductor era demasiado joven. Dalmar refería que, tras el choque, el carro se volcó, y unos quedaron encima de otros. Y el fiscal Antonio Serrano solo se preocupaba por encontrar su zapato.

Aparece una hija 

El abogado José Antonio Padilla, amigo personal de Dalmar, nos comenta que, alguna vez en vida, le apareció a Álvaro  Dalmar, una supuesta hija que llegó desde México a entrevistarse con él. En la reunión, ella le manifestó que su madre le había dicho que era hija del compositor, con quien su madre había tenido una relación amorosa. Evidentemente, le mostró la cédula con el apellido Dalmar. Pero resulta, que el apellido de Alvarito era Chaparro, por lo que la triquiñuela quedó al descubierto, y la supuesta hija debió volver a México, con las manos vacías. 

Álvaro Chaparro Bermúdez, quién sería conocido en el ambiente musical como Álvaro Dalmar,  nació en el barrio Las Cruces de Bogotá. Foto: Archivo Particular

La muerte de Dalmar 

Una mañana mientras el maestro se bañaba, se resbaló en el baño, y se fracturó el coxis. Fue operado de urgencia, pero su corazón se detuvo en medio de la intervención. Era el 18 de mayo de 1999. Su muerte fue muy lamentada por todos, porque se iba uno de los más prolíficos compositores de Colombia. En su sepelio, leí mi elegía, y sus compañeros del Quinteto Dalmar, Jesús Rincón y otros artistas cantaron sus canciones.

Un canto del más allá

Su esposa Berenice Forero, asegura que el maestro se sigue comunicando con ella, y siente su presencia. Como caso curioso, el maestro Jorge Zapata estaba seleccionado algunas canciones para una producción en su honor. Ella le manifestó que la noche anterior Alvarito le había dicho que no incluyeran una canción que él no quería. Con incredulidad, Zapata escuchó la grabación con las obras y, para sorpresa suya, la canción que Dalmar había dicho, no abrió.

Berenice, siente la presencia de su esposo y dialoga con él, porque Álvaro Dalmar le sigue cantando desde el más allá.

Por Óscar Javier Ferreira Vanegas 
Para: Boyacá Sie7eDíass.