¿Protegemos el patrimonio? – #Pregones – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez

Una de las tradiciones que se respeta entre las familias, por escrito o por heredad, por testamento o favorecimiento y de forma equitativa o para uno o todos… y unos que debemos agradecer a aquellos que así lo dispusieron en sus legados, pensando agradecer o mantener vivos unos espacios o solucionado los problemas de diferencias entre sus cercanos.

Independiente de que por emociones, reacciones y acciones se tumben esculturas, bronces, figuras, personajes o verdaderos “tesoros de nuestra identidad”, sin contar de los avisos, corazones, palabrotas, campañas y toda clase de mensajes que para un niño pueden ser llamativos, para un adulto recuerdos de sus vivencias y para un joven la oportunidad de expresarse, desahogarse y hasta reclamar atención a sus necesidades.

Y entonces para dónde vamos si no sabemos valorar lo que se ha venido perdiendo para ser parte vital de respirar, de compartir, de lo que con nuestros impuestos o pagos es que se hacen esas inversiones en formas de reparación colectiva a las víctimas, a los héroes, a los recursos naturales, a las vías y caminos de herradura, nuestras terminales de transporte y estaciones de ferrocarril, bibliotecas, coliseos y hasta puentes. Todos los elementos comunes de creación pública o por privados tuvieron una razón de ser en su momento y con un futuro garantizado.

Tal ha sido su necesidad de ser valorados, cuidados, protegidos y recuperados o transformados y hasta reivindicados, que aparecieron los vigías del patrimonio, que se han preparado y especializado en cada uno de los necesarios elementos para hacerlo con las mínimas o máximas exigencias de su conservación, creación, modificación y puesta en su lugar.

Esto no es por calidades o cantidad de joyas, dinero, propiedades, terrenos o acciones, obras de arte, vehículos o áreas. Todo lo que se haga por preservar lo que es de todos, como lo hacemos cuando es de cada uno, va moldeando una sociedad sensible, respetuosa, juiciosa y protectora.

Patrimonios personales, familiares o empresariales obligan a derechos y deberes, que de seguro algunos los han sabido triplicar o quintuplicar y ¿por qué para cuando son de todos no se replica la fórmula?, ¿son sus clasificaciones las que vemos, tocamos o las que nos “gustan” las que deban ser beneficiadas de esos ojos y manos de seres protectores? Se hacen toda clase de esfuerzos desde mecenas, entidades, coleccionistas o ciudadanos que se debate en teorías.

Desde hace 22 años se declaró todo el mes de septiembre para recapacitar y buscar soluciones a todos esos “problemas” que representa tener que dejar recursos, para cumplir lo que desde su concepción no se observó, y más siendo del erario obliga a presentar proyectos y lograrlos.

Bodas de cobre que como ese metal debiese servir de conductor de buenas energías que se merecen nuestros recursos naturales, los páramos, los saberes ancestrales y qué decir de nuestras libertades… Cada uno valora lo que tiene y cuando ya no es así le duele. Hagamos catarsis alrededor de lo que es el patrimonio y más cuando poseemos 123 maravillas naturales.

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