Andenes para… #Pregones – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez @ricardocipago

Nuestros orgullosos antepasados fueron unos maestros y futuristas al dedicarse por convicción, necesidad y sustento a la construcción de los llamados andenes o terrazas, para sus cultivos de pancoger, sus caminos para llevar y hacer intercambios, canjes, trueques o como estrategia militar para defenderse de los que no faltan por la vida.

Esas escalinatas se fueron convirtiendo hasta en rutinas para hacer ejercicios sin necesidad de instructores y sí con una disciplina, que ya quisiéramos en los gimnasios donde se paga por todo.

Pues resulta y acontece que los expertos, gurús, sabios y diseñadores se idearon o copiaron los que utilizamos, ultrajamos, escupimos, rayamos, rompemos y no faltan los que por ahí hacen sus necesidades… hablamos de las aceras,​ andén,​ banquetas,​ o superficies pavimentadas y elevadas a orilla de una calle-carrera-transversal-diagonal u otras vías públicas y privadas, que están destinadas para uso de personas que se desplazan a pie, los peatones, y que se sitúa a ambos lados de la calle, junto al paramento de las casas.

No faltan los que seguirán siendo rústicos, normalitos, inclinados, muy altos o bajos y los que también tienen sus estratos, pues están acordes a fachadas de casas, edificios, bodegas, locales y/o son para las rampas de los parqueaderos; para subirnos a busetas y todos se apeen de ellos.

Pero la idea pregonera es a que los sepamos utilizar. No nos extendamos en todo su ancho, no transitemos con bicicletas o patinetas, no botemos colillas o desechos, no los ayudemos a seguir desportillando con pataditas, no los bloqueemos con minivallas o conos fosforescentes, no pongamos barreras, ni llantas viejas. Tampoco los utilicemos para parquear motos, para ubicar carretas, carros tinteros y de venta de todo (jugos, perros, tinto, papaya, arepas, geles y tapabocas) y sin olvidar que ahí,  casi en la mitad, ponen los postes. Hay que hacer cumplir sus medidas reglamentarias.

Respetemos las señales verticales de tránsito o turismo, dejarlos para caminar y protegernos de los vehículos y otros animales… Son para eso y los niños ahí “aprenden raspándose sus rodillas.”

Donde hay planes de ordenamiento se dieran a la tarea de priorizarlos en sus expansiones urbanísticas, autorizaciones de edificaciones y construcciones de emporios. En la mayoría de nuestras maravillas naturales sus vías son angostas y ello obliga a que se respeten y sirvan para evitar accidentes, excesos o hasta para dormir la resaca, en compañía de los fieles guardianes.

Que no nos tengamos que bajar para darle vía a los personajes irresponsables, groseros, atrevidos o que se creen los dueños de esos espacios, que hacen parte de las vías, que son de todos y para todos… y que no sirva de punto de encuentro para dedicarse a fumar a toda hora.

A veces estos andenes son tan brillantes que se convierten en peligros y no faltan quienes hasta les ponen rejas, materas o encerramientos. Y en supermercados y otros hay que regular su uso en horarios de descargue, no puede ser las 24 horas. Gracias por existir y resistir.