¿Será septiembre, el mes del desquite para nuestros artistas? – José Ricardo Bautista Pamplona – #Columnista7días

Llegó el mes de septiembre y con él, la temporada que ha sido escogida en Colombia para celebrar el amor y la amistad.

Esta puede ser una gran oportunidad para intérpretes, cantautores y para aquellos que tienen el don de expresar, a través de la música, sentimientos traducidos de manera perfecta con versos y canciones.

Durante estos días aciagos hemos visto en las esquinas y al ingreso de los conjuntos residenciales, a cientos de músicos llevando serenatas, a la espera que por las ventanas y los balcones se asome un billete o una moneda, con la que puedan llevar el pan a la mesa de sus hogares.

Se ha repetido también, hasta convertirse en «parte del paisaje», que el arte, la cultura y los artistas han sido los más golpeados por la pandemia. Sin embargo, esa, como muchas otras frases, parecen alimentar el libreto semanal que cambia repentinamente y reemplaza una consigna por otra, volviendo esta crisis en un catálogo atiborrado de máximas, refranes, slogan y cuanta denominación más le cabe a la imaginación humana, «De esta salimos todos», «Tú me cuidas, yo te cuido», «Aplausos para nuestros héroes»…

A este panorama gris se suma la «reactivación», pero no del trabajo, sino de los cobros y las deudas, las compañías celulares que son implacables a la hora de facturar, las entidades recaudadoras de impuestos que parecen vivir en otro planeta ya que para ellas la pandemia no logró flexibilizar sus políticas, las exigencias del estado para llevar consigo el SOAT y revisión tecno mecánica para los automotores – sin los cuales es imposible desplazarse so pena de ser conducido por una grúa, con un costo exorbitante para volver a poner todo en regla, y que decir de las cuotas de los inmuebles a los bancos o entidades constructoras, los servicios públicos, arriendos y en fin.

Este es un país que de un día para otro y en el punto más agónico del contagio, levantó la cuarentena para reactivar los cobros y el pago de obligaciones que son el pan de cada día, haciendo aún más angustiosa la vida de los que, como los artistas, no ven salida en medio de la temible encrucijada.

Muy triste entonces el horizonte para quienes la están pasando muy mal y no encuentran escapatoria. Muy triste también, para los talentosos creativos que antes del COVID-19 se defendían llevando versos y acordes a los enamorados, reuniones sociales, iglesias e incluso al cementerio ejerciendo un trabajo, tan digno como cualquier otro, y más cuando se trata de ser los mensajeros de buenos momentos y reconfortantes espacios donde se refunde por un instante la tristeza.

Angustiosa situación para este sector que acumula ya seis meses de espera y desesperanza, pero que ahora con la llegada del mes de septiembre encuentra una luz en el oscuro túnel donde ha estado confinado, y espera que aquellos que han podido consolidar su actividad económica – sin mayores contratiempos, piensen por un momento en ayudar a los traductores de sentimientos quienes tienen listas y afinadas sus voces e instrumentos para entregar el más bello rosario de canciones y manifestarle al ser querido, hoy más que nunca, cuando vale un abrazo, un beso y una caricia.

Que suenen entonces las serenatas y que en este mes de septiembre los artistas puedan encontrar alivio para sus familias haciendo lo que bien saben hacer, entonar versos de amor para reconciliar el alma y volver a levantar el vuelo.