Romance de un lector – Fabio José Saavedra Corredor – #Columnista7días

Evaristo se detuvo a mirar a través de la ventana abierta, disfrutando la caricia de la brisa que entraba por esta y sintió que se hundía hasta el cuello en la soledad de la calle, parsimonioso se rasco la descuidada barba, pensando en la novela que había terminado de leer en la madrugada, “El viaje del hombre dorado”, escrita por Mariela Vargas Osorno.

En la obra se relatan las aventuras del inquieto y valiente Cutzo, Príncipe de Monguí, y desde su corazón le agradeció a la escritora, por haberle regalado el viaje a conocer la cultura de nuestros antepasados Muiscas, el que le permitió disfrutar la sabiduría ancestral y la inmensa riqueza cultural de esta civilización.

Con parsimonia se pasó la mano siguiendo los surcos sembrados por el tiempo en su frente, y luego trató de arreglar su desordenada cabellera, plateada como algodón en cosecha, pensando que la lectura nos ofrece un pasaporte para viajar y vivir experiencias ajenas, con realidades y fantasías de los mundos paralelos, en las que se nutre el pensamiento creativo de un escritor para cimentar y construir su obra, en las que también podemos alzar vuelo y emprender una travesía en la variedad infinita de aventuras, germinadas en el universo fértil de la literatura a través de la historia.

Evaristo había disfrutado siempre, cuando tropezaba con los ojos ilusionados de un lector, buscando un libro en la estantería de una biblioteca, y cuando este alcanzaba el objetivo de la búsqueda, sus pupilas emitían destellos de alegría, seguidos de un profundo suspiro por el feliz encuentro y con devoción, casi religiosa, normalmente sostenía el libro en sus manos disfrutando el hallazgo, acariciaba la portada con la pasión de un enamorado, con ansias por devorarlo, este instante era como un ritual de cortejo por los misterios guardados en sus páginas, similar al sabor sensual que se experimenta en las mieles del primer beso.

Ellos, el libro y el lector, se entienden en los diálogos del silencio, y a partir del momento en que se formaliza la compra se convierten en pareja, entonces, el libro irá abriendo una a una sus  misteriosas páginas, entregándole a su amante lector, el mundo desconocido urdido por la creatividad de su autor, hasta que el último párrafo se cierre para iniciar la cosecha, dándose así, el origen cíclico a nuevos procesos, en los que otros lectores se enamorarán y leerán subidos en el carrusel literario de todos los tiempos.

En ese momento Evaristo se bajó de la nube de sus pensamientos y separándose de la ventana se dirigió a la biblioteca a buscar otro libro para apaciguar el confinamiento.