La virtualidad no es el enemigo – Carlos David Martínez Ramírez #ColumnistaInvitado

Hay ocasiones en las cuales es importante oponerse ante las injusticias que nos rodean y denunciarlas frente a las instancias que corresponda. Hoy estamos atravesando en Colombia unos tiempos convulsionados, aunque parezca contradictorio ante la quietud del confinamiento.

Las medidas de confinamiento obligatorio han hecho relucir: la fragilidad de nuestra economía, la amplitud de la brecha entre ricos y pobres, las diferencias entre quienes pueden ahorrar y quienes no, en últimas, las desigualdades tan radicales que enfrenta nuestro país.

En este escenario, el cual no quiero banalizar, resulta llamativo los reclamos de algunos grupos de interés en contra de la virtualidad como herramienta para el desarrollo de actividades críticas para nuestra sociedad, por ejemplo, para el desarrollo de los procesos educativos. En este orden, creo que la virtualidad no es el enemigo, el verdadero problema de nuestra sociedad es la desigualdad.

Está muy bien ser críticos frente a diferentes tipos de gestiones, para administrar de manera virtual lo que antes se hacía en forma presencial; la oposición, la contra-argumentación, la dialéctica, como se le quiera llamar, es algo clave y necesario en una sociedad que se considere democrática o libre-pensadora.

Los problemas que quiero señalar están en las posiciones irreflexivas que señalan a la virtualidad como la mala del paseo, lo cual puede resultar absurdo si se entiende que en este momento es necesaria para el desarrollo de muchas actividades, y en algunas ocasiones prácticamente es la única opción.

Uno de los errores comunes es el de confundir medios con fines; la tecnología es un medio para lograr los objetivos en los procesos de enseñanza-aprendizaje-evaluación; ciertamente el uso de la tecnología no es la única finalidad de la educación.

Algunos medios de comunicación ayudan mucho a la confusión cuando hacen “reportajes” de niños y niñas que tienen que caminar mucho, hasta escalar árboles y montañas, para llegar hasta un sitio en el que hay un computador con conexión a internet, como si la responsable de estas injusticias fuera la ausencia del computador o del internet; noticias banales que no se atreven indagar sobre las causas materiales, fácticas o históricas de las problemáticas asociadas al escaso poder adquisitivo de las familias, a la corrupción en las regiones, por sólo mencionar algunas variables.

No quiero banalizar las críticas contra las medidas que implican la implementación de procesos virtuales, por el contrario, invito a que seamos críticos con mucha profundidad para que podamos ver que la virtualidad no es el enemigo, los problemas más grandes de nuestra sociedad son la desigualdad y la corrupción.