Banderas, honores y patria – #Pregones – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez – #Columnista7días

Desde hace 210 años venimos rindiendo homenaje a ése llamado “primer grito de independencia” y que se constituye en la fecha del cumpleaños de nuestra nación, es decir de cada uno de sus 50 millones de habitantes que pertenezcan a un sector o una línea debemos sentirnos plenos de su historia, patrimonio, tradiciones, ambiente, riquezas, profesores, deportistas, profesionales, investigadores y héroes silenciosos de cada región o provincia, de cada vecino que es ejemplo de civismo y comportamiento; de los niños que con su inocencia nos cautivan hacia lo que será el futuro. La tricolor siempre debe ir al centro y destacada.

Duele tener que rogar o sugerir que icemos ésa que nos identifica, que reúne en tres franjas los valores e historia, y no puede ser ejemplo para quienes por gusto, cansancio o ignorancia no lo hacen, pero aplaudir a los que madrugan, sienten alegría, la ponen en sitio estratégico, la cuidan para que se conserve y el motivo de enviar mensaje al vecindario que se hace el de la vista gorda.

Lograr emoción al ver a la distancia que se ondea una pieza de tela, que a lo sumo son 2 o 3 veces al año es sacada de su encierro, hoy la estamos alistando para el próximo 7 de agosto, que es un viernes, y que sella una quincena de fechas como el del 20 de julio, el 24 de julio por el natalicio de Simón Bolívar, del 25 de julio en rememorar la batallas del Pantano de Vargas con sus 14 lanceros, como ejemplo la fecha del 27 de julio que da el inicio republicano a Duitama o la que en sus municipios sirve de referente para los honores con desfiles, himnos y ofrendas.

En otras latitudes sienten que esos protocolos son la máxima expresión de una comunidad agradecida y que desde niños nos enseñaron de su significado, que cada que entidad la tiene en su entrada, que sirve para “decorar” las intervenciones de los gobernantes, para ser entregada como acta de compromiso para dignificarla a deportistas, artistas o ganadores de concursos internacionales, y muy pronto para quienes logre entregar las vacunas a tantas pandemias.

Celebrar las fechas es algo que no se debe perder, y para los que no les gusta sirva de reflexión, contexto y evaluación de lo que en su entorno se entrelazan con las mismas. Homenajes que se deben hacer en vida para reconocer lo que se aporta a una comunidad, erigir monumentos o esculturas (por estos días en controversias por las que han estado ahí durante siglos), hacen parte de los patrimonios que identifican a nuestras municipios y que al ser intervenidas por “fuerzas extrañas” no deben ser los únicos que se abroguen ser defensores de la identidad…

Banderas, honores y patria se conjugan para celebrar la vida, los hitos que nos unen, las manifestaciones que no se pierden, que deben estar en el corazón personal y común, que pone los ojos del mundo en esos referentes que la definen, que con los creadores y gestores culturales, incluidos los vigías, deben propender por ser los centinelas de esos silenciosos aportes a la identidad de una zona, de un país y del mundo. Colores con formas que dan sentimiento y no esperar que estemos de acuerdo con simbolismos para colocar una sobre nuestros restos, o despedir con minuto de silencio, a quienes ofrendaron su vida por la Patria.