La sucia y fraudulenta estrategia de las “bodegas” José Ricardo Bautista Pamplona #Columnista7días

Las apodadas “bodegas”, que en realidad pueden ser unos pocos inescrupulosos con un programa y cientos de perfiles falsos, son capaces de viralizar mensajes en cuestión de segundos.
Una columna en un medio de circulación nacional donde cuenta sobre investigaciones adelantadas por la «Liga Contra el Silencio», en una alianza de periodistas que combaten la censura, puso en evidencia una vez más la presencia de “bodegas” creadas como táctica hábil para desprestigiar a alguien o ganar popularidad dentro del imaginario colectivo.
La fraudulenta pericia de posicionamiento de contenidos y la inclinación forzosa a la favorabilidad de imagen de algunos gobernantes es una de las más recurrentes prácticas en el mundo oscuro de las que dicen llamarse comunicaciones y las sucias estrategias políticas, conocidas como “bodegas”.
Y es que las tribunas cibernéticas dan para todo y para todos y allí no solo se dice lo que se quiere, en el lenguaje que se le antoje al que está al otro lado de la pantalla, sino que desde hace un tiempo para acá motivó el surgimiento de perfiles falsos con los que se aplaude o se condena cualquier noticia y se inclina la balanza hacia las amañadas encuestas de aspirantes y gobernantes con las que muchos han hecho creer a sus incautos seguidores que son los redentores del pueblo, convirtiendo cada acción o deber constitucional en un show mediático y farandulero.
Las redes sociales han dado un giro vertiginoso en las metodologías que usan los “estrategas y asesores” para difundir información falaz y por eso ha salido ya del anonimato la existencia de los Netcenters (negocios de manipulación) cuyo método consiste en contratar a varias personas para la creación de cuentas falsas mediante las cuales se pueda desprestigiar a los contendores y en el caso de los gobernantes que han hecho uso de este macabro sistema, con el propósito de limpiar su imagen ante los hallazgos y el seguimiento que ejercen contados medios de comunicación, veedores y algunos entes de control.
El tema ha llegado incluso a la Corte Constitucional, donde se analizó el alcance de la libertad de expresión en las redes sociales y se debatió sobre las clandestinas “bodegas”, creadas astutamente por fingidos capos para fines de sabotaje, desafiando el código penal. Sin embargo, estamos en el país de las «mil leyes», el «nada se puede», y el «todo se logra por debajo de la mesa», entonces esta agilidad se ha vuelto cada día más recurrente hasta el punto que las fake news (noticias falsas) se convirtieron en parte de la cotidianidad nacional.
Para no ir tan lejos la temática de una reciente y muy vista telenovela en un canal privado de televisión, recreó las bajas costumbres de aquellos que dicen ser “mentores políticos” o “audaces consejeros” que lo único que han propiciado es el enquistamiento de deshonestas mañas para lograr los objetivos particulares a costa de la incredulidad del pueblo y el furor de las redes, donde muchas veces las audiencias no leen más que el titular y pocos analizan su contenido y lo más preocupante es que sin examinarlo siquiera le dan «manito arriba», «me gusta» o «comparten» para congraciarse con su interlocutor.
En Colombia y sus regiones como en otras partes del mundo todos saben quién o quiénes han utilizado estas denominadas “bodegas”, su existencia es un secreto a gritos, pero como muchas otros hábitos estos también siguen en la impunidad porque quien se atreva a denunciar es mandado a callar ya sea con la suspensión de la pauta o el descrédito en las plataformas sociales – si se trata de un medio de comunicación serio, o de la mordaza y la compra del silencio a través de contratos – si el caso es de algún valiente líder quien como muchos finalmente cae en la trampa y se deja tentar por el soborno.
Pero no solo en la política se utiliza esta astuta maniobra porque las “bodegas” hoy están presentes en muchos escenarios del marketing y varias organizaciones cuentan ahora con su propia “cueva digital”, como pasa en la industria del espectáculo y el entretenimiento, el deporte, las mediciones del rating donde tienen un grupo de aliados, testaferros, simpatizantes, e influenciadores que están a su servicio para lograr los propósitos comerciales, de poder, sintonía o de voracidad individual.
La pandemia y el «reinvento» dejó al desnudo el uso indiscriminado de las plataformas, el inminente crecimiento de los mecanismos digitales y la necesidad dependiente de la internet. Entonces vale la pena preguntarnos, si las redes y los sistemas virtuales pasaron a ser “la joya de la corona”, ¿no es hora de acabar con tanto sinvergüenza suelto y desarrollar mecanismos para vetar y penalizar a quienes hacen y han hecho tan macabro uso de las nuevas tecnologías?

Amanecerá y veremos.