Usos incorrectos de la palabra liderazgo en Colombia – Carlos David Martínez – ColumnistaInvitado

En la literatura contemporánea sobre administración, el concepto de liderazgo se repite con mucha frecuencia hasta el punto que vale la pena asumir posiciones críticas cuando éste se utiliza para hacer referencia a “cualquier cosa”.
Algunos conceptos de ser líder son: tener iniciativa (acepción extendida en el campo de la política), llevar la delantera (típico en la cultura norteamericana, de manera que eres leader o follower, winner o looser), promover valores (algunos hablan de líderes positivos y líderes negativos), ser visionario (ya sea porque ves más allá en el futuro, incluso existen indicadores para medir esto, o porque transmites una visión que inspira), motivar a un equipo (porque transmites con claridad un objetivo o una visión, o porque conoces a tu gente y le hablas con las palabras adecuadas), tener inteligencia emocional (entre otras habilidades blandas), considerar primero las necesidades grupales antes que las particulares (lo cual no es fácil en una sociedad tan individualista).
Algo en lo que suele haber coincidencia en la literatura contemporánea es que ser líder no es lo mismo que ser jefe. Para algunos el poder del jefe reside en el status asociado con el cargo, mientras el poder del líder es otorgado por el grupo. Para esto hay muchos relatos: el jefe manda, ordena y dirige, mientras el líder inspira, entusiasma y guía; el jefe castiga e inspira miedo, mientras el líder motiva y transmite una visión compartida; el jefe trata a las personas como empleados y se centra en los resultados exclusivamente, mientras el líder trata a los colaboradores como un equipo y se preocupa por las personas.
Existen teorías administrativas “viejitas” que dan luces para seleccionar el “mejor” enfoque posible. La realidad es que los líderes, los jefes, los gerentes, usando la denominación que prefiera, deben lograr un balance entre orientarse hacia los resultados y hacia las personas. Si se orientan exclusivamente hacia la producción posiblemente se genere un ambiente hostil o dictatorial, pero si se orientan exclusivamente a las personas se corre el riesgo de generar pérdidas, entre otros problemas evidentes (esta es la famosa rejilla administrativa o gerencial de Robert Blake y Jane Mouton, desarrollada en la década de 1960).
En el contexto de algunas empresas colombianas está ocurriendo algo perverso con el uso del término «líder». Se supone que cuando tienes personal a cargo – cuando eres jefe, esa responsabilidad se te debe reconocer con una remuneración consecuente, es decir, si tienes personal a cargo te deberían pagar más que si no tuvieras colaboradores bajo tu mando (al menos eso dicen casi todas las técnicas para calcular salarios).
En Colombia le hemos torcido el pescuezo a la palabra líder para asignar más trabajo a las personas sin reconocerle esas responsabilidades salarialmente: “ahora tienes a tu cargo este personal, pero no te voy a pagar más porque no eres jefe, eres líder”. Otro ejemplo similar, de esta suerte de eufemismo, lo encontramos con el uso de la palabra “colaborador” – usada varias veces en este texto, en lugar de la palabra “subordinado”.

El concepto de líder puede usarse de formas muy variadas, en política se habla de un mal líder o un buen líder para evaluar la gestión global de un mandatario. Es importante ser críticos y evitar la superficialidad cuando se acepta el uso de conceptos que suponen explicar algo, pero corren el riesgo de ser trillados y terminan haciendo banales algunas opiniones por quedarse sin argumentos.