Se está reventando la pita – José Ricardo Bautista Pamplona – #Columnista7días

Se ha dicho hasta la saciedad que el COVID-19 ha dejado a varios gremios fuera del ring pero que quizá uno de los más afectados es el de la cultura, el arte y el entretenimiento.

Muchos artistas se han reinventado cambiando de actividad, otros han optado por ofrecer clases virtuales para llegar con herramientas pedagógicas a los niños a través del internet y hay quienes han preferido callar, pintar, esculpir, cantar y actuar a través de las redes en medio de la indiferencia, tal vez como una manera de llamar la atención de la sociedad y las autoridades.

Sin embargo cuando se vive del arte y no se tiene otra opción la situación se vuelve compleja, más aun cuando al parecer algunos propietarios de inmuebles no han entendido la situación actual y exigen que a toda costa se les cancele los cánones de arrendamiento, las empresas de telefonía móvil siguen anunciado por mensajes los cobros de las facturas o la cancelación del servicio y cada día hay menos sintonía entre los anuncios de presidencia y la realidad cotidiana.

Durante la última semana se han presentado lamentables situaciones que por respeto y políticas de este medio no difundimos, sobre todo en un momento histórico donde los niveles de tolerancia y aguante han llegado al tope y las reacciones muchas veces son lesivas e irreversibles.

Todos los días se registran casos, reflejo de una situación de angustia que definitivamente no ha servido más que para los titulares de los medios porque las franjas del entretenimiento de los canales nacionales registran a diario la noticia y la grave afectación del gremio de los artistas pero todo parece indicar que como muchas cosas en este país, “se volvieron  parte del paisaje”.

Cuántos casos dolorosos tendremos que testimoniar para que se entienda de una vez por todas que el arte es una profesión y hace parte de la cadena productiva y que si bien es cierto los artistas manejan un sentido subjetivo no hay nada más objetivo que el hambre y la miseria, cruel realidad en la que han tenido que vivir y morir por décadas algunos de nuestros insignes talentos y no precisamente a causa de la pandemia sino por el errado concepto que tienen quienes llegan en cada periodo a administrar los programas del tejido social.

Es urgente el establecimiento de políticas que mitiguen de alguna manera la crítica situación de los cultores y quienes tienen otras fuentes de ingreso unan su voz al clamor de urgencia manifiesta para que se busquen entre todos soluciones ciertas, más ahora cuando los gobiernos regionales se encuentran en plena estructuración de los planes de desarrollo y ya es hora que los mismos tengan contenidos que estén en concordancia con la situación real de este gremio. Esa puede ser otra de las tantas enseñanzas de esta epidemia para que como dicen por ahí, nada vuelva a ser como antes.

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