Ojo señores alcaldes, que la emergencia del coronavirus no les contamine su carrera #Editorial7días

El reciente escándalo en el Ejército Nacional, que salpica incluso a un coronel en Tunja, por lo que sería un presunto caso de corrupción con el incremento en los precios de unos tapabocas y otros accesorios para la protección del COVID-19, debe servir como campanazo de alerta especialmente para los alcaldes de Boyacá.

Solo la Procuraduría General de la Nación había dado cuenta hasta la semana pasada de 24 procesos disciplinarios contra 14 gobernaciones, 70 más en 55 municipios y 24 entidades del orden nacional y territorial, todos por presunta corrupción en contratos relacionados con la emergencia, especialmente en la compra de mercados, equipos médicos y elementos de protección personal contra el coronavirus.

Quizá el caso más sonado es el del gobernador de Chocó, quien fue separado de su cargo por tres meses, dejando un mayor problema en ese departamento, pero sirviendo de mensaje para los mandatarios de todo el país, de que la Procuraduría les está respirando en la nuca y que por ningún motivo permitirá que vayan a aprovechar la emergencia para ‘sacar partido’ y que sigan abundando las ‘ratas de alcantarilla’, como los catalogó el propio presidente Iván Duque.

Y para no ir muy lejos, la misma Procuraduría habría puesto ya la lupa sobre por lo menos 10 alcaldías del departamento de Boyacá y algunos entes oficiales, en los que, al parecer, se han identificado sobrecostos en la atención de la emergencia por la pandemia.

En medio de esta crisis los mandatarios deben ser muy sensatos a la hora de buscar soluciones, adaptando las medidas suficientes para proteger a sus comunidades, pero, eso sí, teniendo en cuenta que por el afán pueden fácilmente caer en el amplio terreno de la especulación que se viene apoderando de los precios de los artículos que mayor demanda tienen por estos días, sin que, inclusive, el mismo Estado tome los correctivos necesarios.

Dicen en el argot político que una investigación no se le niega a nadie, pero ojalá nuestros gobernantes y gerentes o directivos de entes estatales en Boyacá, no vayan a resultar contagiados de ese virus llamado corrupción, que ha sido más demoledor que el mismo coronavirus y que desde hace años viene corroyendo las finanzas de nuestro país y afectando cada vez más al pueblo.