Y pasó el primer día del idioma en confinamiento

¿Cómo no recordar la fecha del 23 de abril cuando en pliegos de cartulina dibujábamos los rostros de Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha y el de su fiel escudero Sancho Panza?

Por: José Ricardo Bautista Pamplona
Cantautor Nacional – Periodista.

Las paredes de los largos corredores de la escuela se tapizaban con las imágenes de aquellos personajes y en la inolvidable izada de bandera se declamaban los versos de Rafael Pombo como: El Renacuajo Paseador, Mirringa Mirronga, La Pobre Viejecita, Simón El Bobito o El Gato Bandido.

Muchos no entendíamos quien era realmente Miguel de Cervantes Saavedra porque él, en su genial relato había dado tanta vida a la celebridad de su historia,  que “Don Quijote” se revelaba como el héroe de la infancia que opacaba a su mentor.

No hay duda que “El Quijote de la Mancha” ha sido la obra más leída de la literatura universal y quizá la más traducida después de las sagradas escrituras, donde la pluma de Cervantes nos transporta a un mundo mítico que relata de manera fascinante las aventuras de un hidalgo hombre llamado Alonso Quijano, quien luego de haber leído cientos de libros perdió la razón  y en su mundo fantasioso encarnó a uno de esos personajes de caballería hallados en  los escritos que devoró cual golosina.

Asumiendo su papel de gran caballero medieval decide crear su propia armadura, sus lanzas para el combate y sale a derribar los molinos de viento convertidos en sus imaginarios enemigos.

Pero como todo héroe necesita un escudero, no podía ser otro el fiel compañero del encopetado caballero, que un hombre ingenuo atraído por la promesa de tornarse gobernador de la Ínsula, sometido a sus locos caprichos como sombra y compañía en los polvorientos senderos para escuchar sus cuitas y esas frases nacidas de su filosófico  delirio, como aquella… “Deja que los perros ladren Sancho amigo, es señal que vamos pasando.”

En esta entretenida narración todo es irreal, por eso  Don Miguel de Cervantes también le hizo creer al protagonista de su historia, que tenía un amor por el que debía luchar siempre,  la bella “Dulcinea del Toboso”. No se sabe quién fantaseaba más, si Miguel de Cervantes Saavedra con su pluma aventurera, o el desquiciado personaje de su relato inmortalizado con el nombre de “Don Quijote de la Mancha”.

La encumbrada historia del escritor fue hecha en dos momentos y publicada también en tiempos diferentes, porque la primera parte titulada “El Ingenioso Hidalgo Quijote de la Mancha” se editó en el año 1605 y la segunda parte, “El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha” se publicó diez años después.

El exponente más importante de la literatura española don Miguel de Cervantes Saavedra a quien su personaje ficticio hizo famoso en el mundo entero, nació el 29 de septiembre del año 1547 en la  ciudad de Alcalá de Henares y fue considerado como uno de los más excelsos exponentes del llamado Siglo de Oro Español, periodo donde el arte floreció en todas sus expresiones y la literatura se convirtió en el eje del desarrollo cultural.

Hoy, luego de 405 años, volvimos a recordar al osado idealista traído a la memoria cada vez que nos referimos a los que como ahora luchan contra viento y marea para lograr sus sueños y como todo lo que ocurra en el año 2020 pasará a formar parte de una tortuosa página del tiempo, el pasado 23 de abril será también recordado por siempre y emulado en el deseo impotente de salir a los caminos cual “Quijotes” para derrotar a ese enemigo oculto tan horrible y tenebroso como el que asechaba en la espesa noche en que Hidalgo y escudero entraron al Toboso.

Paso entonces un día del idioma en el que no se oyeron en las  calles solitarias sino los ladridos que atronan los oídos y  turban el corazón o de cuando en cuando el rebuzne del jumento, el gruñido de los puercos, el maúllo de los gatos y el eco que  se aumenta en el silencio de la eterna cuarentena.

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