¿Por qué tienes miedo, no tienes fe?

Hasta nósticos, cristianos y ateos coincidieron con el mensaje de ayer en la homilía del papa Francisco en la histórica bendición del ‘Urbi et Orbi’, precisamente en medio de la emergencia que vive el mundo entero por la pandemia del coronavirus.

Sí. El mensaje del máximo jerarca de la iglesia católica fue tan contundente, que hasta quienes no simpatizan con estas creencias, se identificaron con su llamado al cambio, a entender que esto no puede seguir como va.

Francisco nos invitó a reconocer que estamos cometiendo errores y que el momento que está viviendo la humanidad nos debe servir para arrepentirnos, para tomar un nuevo rumbo respecto a nuestros excesos, al irrespeto, al libertinaje, al abuso, a supuestamente vivir bien en un mundo enfermo.

Nos invitó al cambio y a entender que todos vamos navegando en el mismo barco, ese mismo que está naufragando, que aquí nadie se salva solo y que la única forma es trabajando en equipo. Nos invitó a no dejar apagar la llamita de la fe, la llamita de la esperanza. «¿Por qué tienes miedo, no tienes fe?», repitió en varias oportunidades.

Así es. Las cosas no van bien. Nos hemos acostumbrado al horror, y el dolor y la maldad se han convertido en nuestro alimento diario. Es como si se tratara de una competencia por quién es peor, por quien puede hacer más daño.

«Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos», dijo el Papa.

Claro que para muchos católicos puede tratarse de un castigo divino, un llamado del creador al orden y por eso ojalá el ritual de ayer frente a la imagen de la ‘Salud del pueblo romano’ para invocar la intersección de este cuadro de la Virgen y al cristo de San Marcelo, el mismo al que se le atribuye la sanación de la gran peste de 1522 sirva para paliar o conjurar este virus mortal.

Ahora, que para quienes no creen en la virgen, ni en Dios, ni en un ser supremo, puede tratarse exclusivamente de una respuesta del planeta, de la naturaleza, de un mundo que ya no aguantó más.

Lo cierto es que precisamente casi que en simultánea con el ritual que adelantó Francisco en la plaza San Pedro, se conoció que ayer en Italia se registró la cifra de 1.000 fallecidos, la más alta de esta pandemia en un solo día.

Por cuenta de este virus, el mundo entero se está poniendo de acuerdo en que este sacudón nos debe servir para entender que algo está mal. Sí que muchas cosas están mal y que solo una revolución de pequeñas cosas, una sumatoria de gente arrepentida podrá cambiar esto ¿se anima?