Boyacá Chicó, 18 años llenos de historia, triunfos, alegrías y algunas tristezas

Este 26 de marzo el equipo ajedrezado cumplió su mayoría de edad, tiempo en que la afición del departamento ha vivido momentos de gran alegría, pero otros de profunda tristeza.

 

Desde que se retiró como futbolista profesional en 1996, tras jugar su última temporada con el Deportivo Pereira, Eduardo Pimentel Murcia comenzó a tejer la creación de su propio equipo de fútbol profesional, el cual empezó a gestionar en 1997, pero solo fue hasta comienzos del año 2000 que inició a materializar ese sueño con la adquisición de la ficha del Unión Meta, que le permitió disputar el ascenso en el 2001, después de ser campeón de la Primera C.

Luego de mucho trabajo, esfuerzo y dedicación, por fin el 26 de marzo de 2002 se dio la fundación del Bogotá Chicó Fútbol Club, nombre que le dio en honor al barrio ubicado en el norte de la capital del país.

“Estar en el Boyacá Chicó ha sido una experiencia muy importante para mi vida, pues yo llevo más de 20 años en la institución. Yo llegué al club a administrar la sede en Bogotá y desde ese entonces he aprendido a hacer muchas cosas, a ser utilero, kinesiólogo, a manejar los buses y últimamente, como preparador de arqueros”, aseguró Néstor Alfonso Riveros Cárdenas, preparador de arqueros del elenco a cuadros.

En el 2003, el entonces Bogotá Chicó logró uno de sus primeros grandes momentos, al conquistar el título de la categoría Primera B y el ascenso a la primera división del balompié nacional, tras derrotar 1-0 a Pumas de Casanare en Bogotá y empatar en la vuelta 1-1 en Yopal.

Al año siguiente, el ajedrezado decidió buscar una nueva casa debido al poco acompañamiento que tuvieron durante el 2004 en la máxima categoría, en la cancha de la Universidad Nacional, y a la falta de patrocinadores. Fue entonces cuando en el 2005, las directivas del club aceptaron la invitación del gobernador del departamento, Jorge Eduardo Londoño Ulloa, y trasladaron su sede deportiva y administrativa a la capital boyacense, cambiando su razón social a Boyacá Chicó Fútbol Club.

“Recuerdo que ese entonces, cuando el equipo llegó a Tunja, yo me convertí en el gerente de esta sede, donde tuve que pagar sueldos y hacer las canchas de la sede en Chivatá. Sin duda fue una gran experiencia que también me sirvió de mucho aprendizaje”, añadió Riveros.

En ese año se suscitaron una serie de inconvenientes entre Eduardo Pimentel y el presidente de la institución, Mariano Díaz, que dejaron como consecuencia la salida del directivo, mientras que Pimentel, que era el estratega del equipo, tomó las riendas del club y dejó cono técnico al argentino Mario Vanemerak, quien mantuvo al equipo en la primera división, pero al año siguiente y transcurridas seis fechas, fue licenciado de la escuadra por los malos resultados y asumió la dirección el samario Alberto Miguel Gamero Murillo.

La buena época del Boyacá Chicó comenzó bajo la batuta de Alberto Gamero, quien con su trabajo logró en el Torneo Finalización de 2006 liderar varias fechas el campeonato y mantener la categoría. Al año siguiente se afianzó en el torneo, se alejó del descenso y consiguió el mejor tercer puntaje del año, con el que alcanzó su clasificación a la fase de repechaje de la Copa Libertadores de América 2008, en la que se midió al Audax Italiano de Chile, al que derrotó en El Campín de Bogotá 4-3 y perdió en Santiago 1-0, con lo que quedó eliminado por la diferencia de gol visitante.

La tristeza por la eliminación del torneo continental quedó atrás, ya que ese año llegó el momento más sublime del cuadro de Tunja: el título. En el Torneo Apertura 2008 el conjunto dirigido por Gamero, que tenía en sus filas a jugadores como el argentino Miguel Caneo, Edigson ‘Prono’ Velásquez, Ever ‘Chaca’ Palacios, el mexicano Mario Humberto García, Pedro Pino, Juan Galicia, el tunjano Juan Alejandro Mahecha, Leonardo López (Puerto Boyacá), Edwin Móvil, Franky Oviedo, Ferley Villamil (Moniquirá), Víctor Danilo Pacheco, Néstor ‘Palmira’ Salazar y Marco Pérez, se consagró campeón tras derrotar en la final al América de Cali desde el punto penal 4-2, luego de empatar en los dos partidos de la final 1-1. Además, Miguel Caneo terminó como goleador del torneo con 13 tantos.

“En mi mente y corazón guardo cuatro momentos que me han llenado de alegría. El primero fue el primer ascenso; el segundo, el título de la liga colombiana en 2008; el tercero, cuando fuimos a la Copa Libertadores, y los dos últimos ascensos a la primera división”, dijo Riveros Córdoba.

Gracias a esa primera estrella, Boyacá Chicó clasificó a la fase de grupos de la Copa Libertadores de América, en la que enfrentó al Gremio de Brasil, a la Universidad de Chile y al Aurora de Bolivia. Quedó eliminado en la primera ronda con 9 puntos, uno menos que la Universidad de Chile, que fue segundo.

En los últimos años ha sufrido dos duros golpes y el mismo número de alegrías: descendió en el 2016 y en el 2018, pero logró también el ascenso en el 2017 y en el 2019, con lo que alcanzó un récord al ser el primer equipo del país en descender dos veces y alcanzar dos ascensos de manera consecutiva.

“A lo largo de todo este tiempo he visto desfilar a muchísimos jugadores, la mayoría de ellos de gran nivel, profesionales y de gran carisma, pero yo creo que el jugador que más huella ha dejado en todo este tiempo ha sido Miguel Eduardo Caneo”, expresó Néstor Riveros.