#DesdeLejos, Carolina Amado, la tunjana que es ‘primera dama’ en Florinas, I Cerdeña, Italia

Carolina habla pausado, con una cuidadosa pronunciación. En algunas palabras el acento italiano sale a flote, pero mantiene en su vocabulario aquellas expresiones propias de Boyacá, su tierra natal.

Es la mayor, y única mujer de cuatro hermanos. Sus padres, de Tunja, sus abuelos, de Cómbita y San Pedro de Iguaque. Ella nació, creció y estudió en la capital boyacense. Se graduó de Bachiller en la Escuela Normal Superior Leonor Álvarez Pinzón, y como Comunicadora Social en la Universidad de Boyacá, (Uniboyacá). Trabajaba en televisión, escribía para revistas, y bailaba, fue esta última actividad la que la llevó a cambiar por completo el rumbo y destino de su vida en Colombia.

Desde el 2005, cuando terminó materias, comenzó a trabajar en City Tv, sin graduarse. Y así continuó ganándose importantes lugares en los medios, primero en Bogotá y luego en Tunja, a donde regresó para recibir su diploma. Pasó por la Revista Juvenil Tentáculo, con Frank Forero, por el Magazin Vive la Mañana con Wilson Saoco, por Telesantiago, y luego en la Productora Rafael Poveda TV. Por esa época fue que se vinculó a la Asociación Folclórica Raíces de Colombia, a bailar.

Era 2007. Ella nunca había salido del país, ni tampoco tenía mucha experiencia bailando, sin embargo, fue convocada para la gira internacional que preparaba ‘Raíces de Colombia’ en Italia. Se fue en junio, volvió en agosto, pero en ese país quedó algo más que importante para ella.

Dentro de esa gira, que ella describe como una “bendita y maravillosa oportunidad”, visitaron varias ciudades de Italia. Una de las que estaba en la lista, era Florinas, ubicada en Cerdeña, la isla, a donde se llega en Ferri. El viaje entre el puerto de Civitavecchia al puerto de Olbia dura más o menos siete horas. Fue en ese recorrido que conoció a Enrico, el italiano que servía como guía de los grupos que hablaban español, pues él conocía el idioma.

Aunque la primera impresión, fue de un italiano creído y antipático; dice ella que desde ese momento “una llamita se encendió en el corazón de cada uno”, pues entablaron amistad, y aún tiempo después de ella haber regresado a Colombia, seguían en contacto con aquel joven guía, quien también era bailarín y secretario general del grupo organizador del Festival a donde fueron a bailar en Florinas.

En ese entonces no existía whatsapp, ni las llamadas internacionales a bajo costo, entonces se comunicaban a través de correos electrónicos. Ella continuó bailando, trabajando y comunicándose con Enrico, con quien, su amistad pasó a ser un noviazgo en el 2009. Él viajó a Colombia en algunas oportunidades, siguieron conociéndose, hasta que, dos años después, decidieron casarse.

Ella volvió a Florinas. En horas, para llegar allí, son más o menos 14 en avión, 8 en Ferri y 3 en carro. Se casaron allí en enero del 2011, por lo civil, y el 25 de junio, del mismo, año, por lo católico en Villa de Leyva. Decidieron establecer su residencia en Italia, donde Enrico adelantaba ya una promisoria carrera política.

Son nueve años viviendo fuera de Colombia, lejos de Tunja, (Boyacá). Pero ella no deja de enseñar a sus dos hijas, a las personas que la rodean, lo que siente, lo que es tomarse una agua de panela, comerse una arepa boyacense, cocinar una sopa, un arroz con pollo y todo lo que pueda hacerla a ella, y a los suyos, sentirse cerca de Boyacá.

Dice que lo que más extraña, además de su familia, son sus amistades y el frío de la Plaza de Bolívar de Tunja. “Aquí también hace frío, pero no es el mismo, es diferente” manifiesta. Aunque logró con éxito convalidar sus estudios en ese país, aún no ha podido ejercer su profesión allí, pero no pierde la esperanza de poder hacerlo.

Sus días pasan acompañando a su esposo en sus labores como “Sindaco” o Alcalde de Florinas, atendiendo a sus hijas de 8 y 4 años, y liderando actividades en pro de la comunidad, desde el colegio de las pequeñas, hasta en la iglesia, donde hace parte de lo que aquí llamamos “priostos” de las festividades de la Virgen de Pompeya.

Tampoco ha dejado de bailar. Da clases de Zumba y danza latina allá en Florinas, y eso, dice ella, la hace feliz, la mantiene con el cuerpo y mente cerca de su Colombia. No pasa un día en que Carolina no piense en su tierra, sus padres y sus hermanos, sus amigos y todo lo que dejó aquí para ir tras su felicidad, la que encuentra cada día junto a su esposo, sus hijas y sus allegados en Florinas.

Carolina nos envía unas imágenes del que ahora es su pueblo también, de ese Florinas de lindos atardeceres, arquitectura colonial, y sede permanente y anual del Figulinas Festival, ese evento de integración folclórica que reúne a bailarines de todo el mundo, y que, le llevan a ella y su familia momentos gratos con su gente, cuando llegan de Colombia, como el año pasado, cuando se encontró con los chicos de la Compañía Internacional de Danza Paipa.

Gracias Carolina, y desde Boyacá, y Boyacá Siete Días, un saludo especial de este, el medio que revive el orgullo boyacense.