Cara de acetaminofén

Parece una obviedad, pero es algo que no basta con decirlo una vez, sino que hay que repetirlo: las EPS (Entidades Promotoras de Salud) son la agonía del Estado.

Lo dijo el propio procurador general de la Nación, Fernando Carrillo Flórez: “la corrupción en el sistema de salud produce más muertes que el conflicto armado”.

Cada día aumenta el número de víctimas de este sistema perverso, donde mandan una minoría de malvados instalados en la perfidia, y donde existe una mayoría de mártires capaces de mantener la dignidad hasta en el peor de los momentos.

Cuando se atraviesa por la desesperación aguda del final de un procedimiento médico, el cual se solicita con cuatro o muchos más meses de anterioridad, la buena noticia es que si sobrevive, el sufrimiento enseña, la mala noticia es que, el verdadero sufrimiento casi siempre mata.

Pero, aunque se les agriete las defensas, no hay que perder la fe, porque solo Dios y la tutela pueden demoler esa maldita ley de la desidia, y desmantelar esas caras de acetaminofén que, como zombis, pasean por las espantosas salas de espera, la desdicha de los pacientes estadísticamente insignificantes.

Lo peor de todo es que en este país, en el que se hacen paros por diferentes motivos, cuando se convoca a una marcha para exigir un mejor servicio de salud, pocos acuden.

Coletilla: Oculto el nombre de la EPS, porque igual me puedo morir mañana, pero sé que muchas historias no quedarán en silencio.

 

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