Las papas fritas

En una gran cantidad de asaderos de carne y, especialmente, de pollo en Boyacá desde hace años ya no ofrecen papa salada sino papa frita o incluso yuca. Ahí comienza el problema para los productores de papa de Boyacá.

Si alguien indaga en los restaurante de la región por qué prefieren las ‘frituras’ se encontrará con las respuesta de que es mucho más económico y práctico tener papa precocida en un congelador, sacarla en cualquier momento y ponerla a freir.

Estudios indican que el uso de grasas trans elevan los niveles de colesterol malo y producen enfermedades cardiacas, lo que no ocurre con la papa salada, que es muy nuestra. Colombia produce al año más o menos 2 millones 800 mil toneladas de papa y solo Bélgica produce en el mismo periodo cerca de 2 millones de toneladas de papa frita, mucha de la cual llega desde hace años a América y a Colombia. Los países de la Unión Europea nos envían papa frita por 27 millones de euros cada año.

Si existe en Colombia ese nivel de consumo la pregunta es por qué no tenemos la capacidad de producir papa precocida de la calidad de la que nos traen de Europa.

Ojalá en cambio de expedir comunicados de prensa nuestros gobernantes y las universidades se preocuparan por hacer estudios y se tomaran medidas para mejorar la capacidad productiva del campo y las condiciones en las que se debe desarrollar el mercado de la papa frita.

El tema de los aranceles a las importaciones de papa frita congelada debe ser revisado por el Gobierno colombiano y seguramente negociado con Bélgica, Alemania y Holanda; se debería proteger la producción nacional, pero ya es hora de que en algo, al menos en nuestro producto agropecuario insignia, nos preparemos para competir de verdad en los mercados internacionales.