En 1998, todos los periodistas que estábamos vinculados con sus filiales teníamos que atender los requerimientos y hasta llamados de atención de Javier Darío Restrepo, el defensor del lector.
En mi concepto, fue Javier Darío en todas las épocas de EL TIEMPO quien mejor encarnó esa figura, creada para defender el supremo derecho de los lectores de un periódico a que se les informe bien.
Recuerdo que en alguna oportunidad Javier Darío Restrepo me llamó por teléfono a propósito de una queja de un grupo de damas que estaba molesto porque Boyacá Siete Días había hecho cuestionamientos a la labor de Monseñor Augusto Trujillo Arango, quien acababa de retirarse después de 27 años de labor como líder espiritual desde la Arquidiócesis de Tunja.
Nuestra defensa frente a las quejas de las lectoras fue que si se hacía un escrutinio, se avaluaba y se cuestionaba la labor de un Papa de la Iglesia Católica después de su fallecimiento, por qué no podíamos hacer críticas a la labor ‘terrenal’ de un ser humano que había dirigido los destinos de la Iglesia católica en Boyacá.
Javier Darío entendió… Fue EL TIEMPO el primer medio de comunicación de Colombia en tener defensor del lector (en inglés, press ombudsman) y después de eso, otros medios impresos y de televisión del país (con el defensor del televidente) lo acogieron, aunque hay que decir que ahora el periódico de Luis Carlos Sarmiento lo eliminó y que la figura está en crisis en todo el mundo.
Uno de los primeros medios de comunicación del planeta que tuvo Defensor del Lector fue New York Times, pero hace unos años también lo acabó con la explicación de que en tiempos modernos, en la época del periodismo digital, no tiene sentido contar con esa figura porque ‘ahora los seguidores y los lectores en Internet cumplen un papel más enérgico y vigilante”.
Volviendo a Javier Darío, fue él el gran defensor de los usuarios de los medios de comunicación en Colombia. Más que un periodista era un consejero, un riguroso ‘cargaladrillos’ y un verdadero maestro de la profesión.