Depredadores sexuales

También conocido como hostigamiento sexual, el acoso sexual es padecido en su gran mayoría por mujeres.

Por lo general se manifiesta como un chantaje a veces disfrazado y a veces frentero, que condiciona a la víctima para obtener un beneficio dependiendo del escenario en el que se presente, bien sea laboral, académico, familiar o personal y se presenta de diferentes maneras: físico, sicológico verbal o no verbal.

En Colombia el acoso sexual es un delito e implica una relación de subordinación de la víctima respecto del agresor.

Es considerada una forma de discriminación de género y de violencia contra las mujeres, porque se ejerce casi siempre dentro de un contexto que supone la superioridad del hombre sobre una mujer concebida como un objeto de satisfacción sexual.

Lo cierto de todas maneras es que el entorno en que se produce es degradante tanto para la víctima como para el agresor, aunque este último no sea consciente de su propia degradación. Se trata de una conducta que ocurre con más frecuencia de lo que evidencian las estadísticas de denuncias y que hace parte de las dinámicas diarias en las diferentes esferas de poder.

Doblegar la voluntad de alguien para obtener un favor sexual se ha convertido casi que, en un estilo de vida para algunos hombres, sin advertir (o quizás sí) que se está convirtiendo en un depredador que busca sus presas de manera incansable para satisfacer su propia libido aun a pesar de la conciencia de que lo que se busca es indeseado por la víctima.

Es esta otra de las conductas ‘normalizadas’ dentro de los esquemas culturales machistas.