‘Como decía mi abuelita’

Los refranes hacen parte de nuestra cultura ancestral. Y aunque en su mayoría son usados por los abuelos, se convierten en una herencia transmitida a sus descendientes.

Cuenta la historia que en la época de nuestros antepasados los campesinos solían comunicarse utilizando algunas frases para emular las parábolas de Jesucristo.

Los abuelos se dan sus formas para transmitir su legado y en diferentes danzas, alternan su coreografía con los llamados refranes

Los abuelos los usan para manifestar, advertir y enseñar a sus descendencias aquellas cosas enigmáticas, a veces no comprendidas, y esas verdades aprendidas a la fuerza en la ‘universidad de la vida’.

Decir por ejemplo: ‘el que tiene boca se equivoca’ es tan cierto como afirmar que ‘el que tiene tienda que la atienda o sino que la venda’ o advertir cosas de cabal justicia como: ‘Hoy por ti mañana por mí’, ‘ojos que no ven corazón que no siente’ o ‘al pan pan y al vino vino’. ‘La fe mueve montañas’, ‘Dios aprieta pero no ahorca’, ‘obras son amores y no buenas razones’, son adagios usados a diario para resumir sentimientos dichos a través de los refranes sin titubeos.

Los estudios acerca de los refranes aseguran que “su gran difusión dentro de la lengua española los distingue de los proverbios o sentencias de origen bíblico, por ser de uso popular”, y muchas de estas máximas surgen de las observaciones y experiencias cotidianas colectivas.

Señalan también las investigaciones que Puerto Rico es, en los pueblos del campo, donde aún más se utilizan estas consignas tan conocidas en nuestra cultura y en el resto del mundo muchos refranes son reconocidos gracias a series televisivas, novelas, escritos y publicaciones.

Como todas las manifestaciones del saber popular cimentadas en la etimología de la palabra folclore, estas se heredan y se repiten de generación en generación para convertirse en herencia transmitida de una época a otra, asumida de manera inmediata, fácil y sin resistencias, por eso los refranes hacen parte de las listas colectivas y de la sapiencia de los abuelos a quienes recordamos cada vez que queremos decir una de las célebres expresiones.

Cuando se rompen relaciones por ejemplo se suele acudir a los refranes para aliviar la pena o justificar de alguna manera el rompimiento y entonces se afirma: ‘Un clavo saca otro clavo’, ‘el que se van sin ser echado vuelve sin ser llamado’, también se dice que ‘amor con amor se paga’, o ‘yo fui tu opción, mientras que tú fuiste mi prioridad’.

Pudiéramos concluir que el refrán entonces es la madre de la ciencia mediante la cual se traducen cosas tan ciertas dichas de manera ineludible para interpretar lo que deseamos afirmar, veamos: Si hay alguien necio le decimos ‘A buen entendedor pocas palabras’, si vemos algún desagradecido entonces afirmamos ‘a caballo regalado no se le mira el colmillo’, cuando nos encontramos con gente pasiva y perezosa decimos ‘camarón que se duerme, se lo lleva la corriente’, cuando hay alguien hablando de más exclamamos ‘en boca cerrada no entran moscas’, si el hijo se parece tanto a su padre solemos afirmar ‘de tal palo tal astilla’ y si en la casa de un músico no hay instrumentos entonces recordamos el refrán, ‘en casa de herrero azadón de palo’.

Para cada circunstancia pareciera haber un refrán, por eso las consignas, a manera de afirmación, se han convertido en el ‘pan diario’ de nuestro lenguaje y en método necesario para asegurar algo de lo que evidentemente estamos convencidos.

‘Líbrame de las aguas mansas que de las malas me libro yo’, ‘perro que ladra no muerde’, ‘cría cuervos y te sacaran los ojos’, ‘el que calla otorga’, ‘el que es buen gallo en cualquier gallinero canta’, ‘al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija’, ‘de eso tan bueno no dan tanto’, son entre otros los refranes más frecuentes y más utilizados en nuestra jerga y a los que se les considera como verdaderos anuncios del destino. Entonces, el refrán seguirá aflorando cada vez que necesitemos mandar un mensaje sublime o simplemente porque como decía mi abuela…“querer decir tanto y saber que es mejor no decir nada”.