Jairo Reyna, el industrial que le apuntó al triunfo y dio en el blanco

Cuando apenas tenía 24 años, el industrial sogamoseño Jairo Reyna Niño creó su primera empresa, llamada Distriaceros.

Ingeniero Jairo Reyna Niño, presidente del grupo Sidenal. Un sogamoseño muy querendón de su terruño.

Todavía ni siquiera se había graduado como ingeniero metalúrgico de la Uptc y ya asumía el reto de empresario, que lo ha llevado a ser uno de los industriales más destacados del país.

Su visión para los negocios lo impulsó a independizarse de su padre, Juan Alfredo Reyna Fonseca (q.e.p.d.), con quien había trabajado en la empresa familiar Aceros Ramson. “Durante mis estudios de ingeniería metalúrgica en la Uptc de Tunja trabajé con mi padre, ayudándole a comercializar los aceros producidos en su planta.

Lo hice hasta 1971, ya que mi padre permanentemente me subía el precio del acero y así yo no podía competir”, dice el Industrial. En la empresa Distriaceros procesaba materia prima que producía Acerías Paz del Río.

Al comienzo las utilidades eran del ciento por ciento, porque compraba la tonelada de acero a 6.000 pesos y la vendía a 12.000. Después vivió momentos difíciles cuando Acerías dejó de producir el acero liso, materia prima de la empresa Distriaceros. “Tuve que mantener la empresa cerrada por tres años. Ya en 1981 el negocio del acero volvió a mejorar y le propuse a mi hermano el ingeniero Orlando Reyna, a Luis Emilio Palacios, a Jorge Castillo y a Ramiro Castañeda, que formáramos una sociedad y que iniciáramos una planta de laminación en caliente”, cuenta el Empresario sogamoseño.

El 30 de junio de 1982, día de San Juan, invitó a su Padre a inaugurar la planta que se llamó Acerías Sogamoso. Esa empresa les dio muchas satisfacciones porque entraron en un periodo de cuatro años buenos, en los cuales la industria creció rápidamente: laminaba 2.500 toneladas al mes de cobles (desechos de hierro del proceso de laminación) y cortos de palanquilla que les vendía Acerías. “Por ser material de desecho para ellos, los precios eran bajos y nuestra utilidad bastante buena”, manifiesta Reyna Niño. Como el negocio iba bien, compraron un tren de desbaste para laminación, que les generó mayor eficiencia en la producción.

“En julio de 1986 el presidente de Acerías, Jaime García Parra, me invito a su oficina y me dijo que nosotros estábamos creciendo rápidamente y ganando mucho dinero, que además yo tenía Mercedes Benz nuevo y que en cambio él tenía un carro muy viejo y que a partir de este momento no nos volvería a vender los cobles y los despuntes”, afirma.

Como Acerías no les vendía materia prima, viajó a Saint Louis (Missouri, EE. UU), donde compró un horno eléctrico de 25 toneladas de capacidad. Este horno llegó a Colombia a finales de 1987 y comenzó a funcionar el 13 de septiembre de 1988. Así producían sus propias palanquillas. “El montaje y operación del horno fue muy importante, pues hubo independencia en el suministro de la materia prima”, señala.

El 24 de mayo de 1990 fue secuestrado y asesinado su socio y hermano, el ingeniero Orlando Reyna. Al poco tiempo el hijo de Orlando, Luis Alfredo Reyna, se graduó de la Universidad de Los Andes como ingeniero mecánico.

Ampliación de este perfil en el impreso de hoy.