‘Falta mucho para que Tunja sea una ciudad universitaria’: Jorge Ferdinando Rodríguez, Exrector U. Santo Tomás

El ahora exrector de la U. Santo Tomás hasta les ‘jala las orejas’ a los políticos por populistas.

¿Por qué entonces se le dice a la capital Ciudad Universitaria?

“Tunja tiene potencial para ser una ciudad universitaria. Sin embargo, no lo es porque carece del cluster de servicios que requiere en los que todo es integral. Tunja Solo tiene el mensaje de los bares, pero no infraestructura ni políticas públicas pensadas, ni lugares sociales ni comunes”, dijo Rodríguez.

El sacerdote añadió que a Tunja le faltan servicios adecuados para ofrecer experiencias internacionales. “Está la ciudad, pero ni hemos logrado que nuestros políticos tomen en serio comprender y adecuar el modelo de una ciudad universitaria contemporánea. Estamos lejos, nos quedamos con el slogan y la nostalgia de serlo”.

El llamado del padre Ferdinando, que pasa de la rectoría en Tunja a la decanatura de ciencias sociales en Bogotá es al equilibrio y la moderación.

Luego de tres años en el cargo como rector de la Universidad Santo Tomás en Tunja, el sacerdote boyacense Jorge Ferdinando Rodríguez Ruiz, hace un balance sobre diferentes temas en la región.

¿Cuánto tiempo como rector y qué ha encontrado en esta universidad?

He tenido la fortuna de estar en el mundo educativo, ordenado sacerdote llegó a experiencia de misión, en Tibú, Norte de Santander, luego en Villa de Leyva como párroco y en Barranquilla. Después en experiencias educativas de nuestros colegios en Cali, en Bogotá, y me fue abriendo el gusto por lo educativo y termino en la Santoto de Tunja.

¿Cómo llegó a ser rector de la universidad Santo Tomás?

Encontré una universidad siempre con la intención de ser mejor, de crecer, posicionada, querida muy remitida a la historia de los frailes y del antiguo Liceo Santo Domingo. Duré tres años de rector.

¿Cómo les fue con el nuevo edificio, el más moderno de Tunja?

El edificio Santo Domingo está sobre los 40 mil millones de pesos, está ubicado en nuestro campus en el norte de la ciudad, sobre la Avenida Universitaria y tiene un objeto de servicio a la ciudad. Algunos de sus componentes tienen una dinámica de servicio al interior de la universidad pero muchos de ellos son más de servicio al interior de la comunidad.

¿Cómo está la educación en Boyacá, por qué la emigración?

Encuentro unos rectores con una gran vocación de servicio a la ciudad. Una red de rectores que pese a todo trabajan pensando en la educación de la ciudad, veo grandes esfuerzos de otros por modernizar, por ser innovadores.

¿Pero sí está acorde la oferta educativa con los nuevos tiempos?

Tiene razón, en las universidades de Boyacá, durante muchos años nos confiamos y hubo una oferta académica que se envejeció y no responde a las búsquedas de los jóvenes de hoy. Nos quedamos en las carreras clásicas, el mundo de hoy es cambiante y tenemos como universidades el desafio de responder rápidamente a esos cambios.

¿Pero esa oferta ha venido cambiando?

Sí, claro que sí. Hasta hace unos años contábamos con los dedos de la mano las instituciones de educación superior de Boyacá. Hoy, en este momento hay casi 30 instituciones universitarias, algunas del extranjero que han puesto oficina en la ciudad de Tunja.

¿Y eso qué significa?

Eso indica que muchas personas están accediendo a la educación desde el extranjero, en virtualidad y eso es un reto porque entre mejor competencia se presente, los boyacenses tienen mejores alternativas a la hora de escoger un programa.

Boyacá ocupa el primer lugar nacional en educación media, ¿pero cómo estamos en el ámbito internacional?

Hoy hay nuevas competencias que requieren los jóvenes y que los nuestros no están adquiriendo. Se habla de competencias investigativas, lingüísticas, sociales y nos falta abrir el espectro a las nuevas competencias que, especialmente, la Unesco ha planteado para América Latina y del Caribe.

¿En América quiénes nos llevan ventaja en este sentido?

Por ejemplo, otros sistemas como los argentinos y chilenos nos llevan gran ventaja. Acá nos va bien, pero afuera nos va mal. Hoy no hablamos de un mundo bilingüe sino multilingüe y estamos muy rezagados en ese sentido, solo para citar un ejemplo.

¿Durante estos tres años qué relación encontró entre la educación y la política?

En una de las columnas que publiqué en Boyacá Sie7e Días pedía a los candidatos que se tomen en serio conocer los temas educativos, ya que percibo un desconocimiento, nadie se ha tomado en serio analizar lo educativo.

El centenario y el Bicentenario

¿Qué significa para la Santoto el centenario de la coronación de la Virgen de Chiquinquirá?

Para nosotros los frailes es un momento significativo y emotivo. La Iglesia en Colombia hace 100 años nos confió el cuidado y la atención del santuario y pese a las adversidades los frailes han podido responder sobre el cuidado del santuario.

¿Y para el Occidente?

Estamos muy comprometidos en hacer memoria del Proceso de paz del Occidente de Boyacá con la guerra esmeraldífera. Queremos reconocer que debemos hacer esfuerzos para que la paz se consolide en el Occidente y para que la paz en Boyacá sea una realidad, para que las experiencias del postconflicto se cristalicen y eso se hace a través de una institución educativa.

¿Qué es hoy el Occidente de Boyacá?

Es una tierra de un lado estigmatizada. Aún para muchos boyacenses Boyacá acaba en Villa de Leyva y de ahí para allá es peligroso ir. Pero de otro lado estando próximo al santuario, reconocemos el valor, el empeño de las mujeres, de todos, de la Iglesia, de sacar un poco lo mejor de esta linda región.

¿Una región diferente a lo que ocurría cuando usted era niño?

Yo nací en Caldas y hoy el Occidente claramente es un lugar que habla de sus riquezas ecológicas, de valores patrimoniales, folclóricos y de alternativas agrícolas. Lo que viene para el Occidente es alegría, esperanza y prosperidad, pero requiere compromiso de todos, de quitarnos los prejuicios del Occidente.

¿Cómo ve usted la celebración del Bicentenario de la independencia?

El Bicentenario tiene tres dimensiones: el pasado, comprenderlo reconocernos cómo llegamos aquí. Una dimensión de presente y es qué podemos desde lo celebrativo vivir desde nuestro departamento. Y también, una perspectiva de futuro, qué debemos ser, qué soñamos ser.

¿Y así las cosas estamos y vamos a quedar en deuda?

Creo que en ese sentido estamos en deuda con el presente y con el futuro. Tenemos una celebración muy centrada en ver el pasado, poco en reflexionar sobre el presente y menos aún en proyectar el futuro. Es un Bicentenario limitado, fraccionado en perspectiva de lo que soñábamos y pretendíamos que fuera.

Sobre la educación en la política

¿Qué tan importante es la educación superior a la hora de hacer política?

Uno quisiera que hiciéramos elecciones por personas que denotan un conocimiento más técnico de las realidades de nuestro departamento, pero se atraviesa esa idea de las dádivas y las promesas fáciles siguen siendo un lugar de aceptación.

¿Cuál es para usted la solución entonces?

Tenemos un reto en doble vía, de aceptación tanto con los candidatos, como con los ciudadanos y es formarnos en una cultura de lo político para el departamento para que los políticos se transformen y los ciudadanos también.

¿Cuál es el mensaje para los sacerdotes que los pica el bicho dela política?

El sacerdocio es mucho más que un ejercicio político. Desde ahí se pueden hacer cambios y transformaciones, aliados con las personas que tienen un saber o una intensión humana en lo político, mucho más elaborada que nosotros.

¡Pero hay sacerdotes más importantes que el mismo alcalde!

Puede ser, pero en nuestra formación no estudiamos para eso. Las experiencias nos dicen que no basta la buena intención, sino que tienen componentes profesionales que se deben dejar en manos de expertos. Así que mi recomendación es la de “zapatero a tus zapatos”.

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