Quien no conoce, no protege

Por: Germán García Barrera, periodista

En un salón de clase no se aprende geografía, se aprende recorriendo ese espacio que cada uno habita: el sendero, el bosque, la laguna, el río.

Muchos fuimos instruidos sobre el mundo y sus maravillas desde un tablero verde del que colgaba un conjunto de mapas. Allí descubrimos las formas de nuestra América, de la vieja Europa, de África o de Asia, por eso el conocimiento del propio territorio que poblamos es tan limitado.

Recorrer los caminos, ascender las montañas, explorar los valles, admirarnos con el agua que fluye de un manantial y confundirnos entre la espesa vegetación del bosque es fundamental para entender la estructura del área que moramos.

Los graves problemas que hoy experimentamos en cuanto al deterioro de la naturaleza, las situaciones de riesgo asociadas a deslizamientos o avalanchas, o las fallas en la planeación del desarrollo regional están asociadas en muchos casos al desconocimiento del espacio que habitamos, y si lo desconocemos no lo podemos gobernar adecuadamente.

Los niños y jóvenes que avanzan en su proceso de formación necesitan, hoy más que nunca, conocer su territorio, caminarlo, descifrarlo de la mano de sus abuelos y sus padres, entender su funcionalidad a partir de la orientación de sus profesores. Es el momento de dejar el salón frío y oscuro y enseñarles a las nuevas generaciones que hay un paisaje por explorar.

Este es el primer paso para administrar apropiadamente los recursos que soportan nuestra subsistencia.

www.entreojos.co entreojoscolombia@gmail. com