La familia, la propiedad privada y el amor

Por: Catalina Pulgarín

Así titula el cantautor cubano Silvio Rodríguez una de sus mejores canciones, a través de la cual eleva una crítica en torno a los constructos conservadores del matrimonio.

La compuso hace más de 40 años (1978) como una radiografía de la sociedad de esa época, pero hoy sigue vigente: “…Busca amor con anillos y papeles firmados, y cuando dejes de amar ten presente a los niños, no dejes tu esposo ni una buena casa, y si no se resisten serruchen los bienes, que tienes derecho también…”

La decisión en principio romántica del matrimonio o de la convivencia, puede traer consecuencias inesperadas si se presenta una separación o divorcio (bien sea que se hable de parejas o de familias poliamorosas).

Ha quedado claro con una decisión reciente de la Corte Suprema de Justicia que el matrimonio no sólo se trata de amor, y que si “se le acaba la chispa” a un integrante de la relación bien puede tomar la decisión de apartarse pero asumiendo las consecuencias por el incumplimiento de lo pactado.

Y así termina lo que empieza con una promesa de amor para toda la vida: en medio de odios resolviendo situaciones económicas y líos judiciales para decidir sobre la tutela de los hijos y animales de compañía. Así que antes de casarse o divorciarse tenga en cuenta que hasta la mitad de la cama puede serle cobrada cuando usted es el culpable de la ruptura. Y a propósito del título de la canción de Silvio, Friedrich Engels en su obra ‘La familia, la propiedad privada y el Estado’ (1884) definió las diversas dinámicas y relaciones indisolubles en la “evolución” de la familia en torno a la sociedad y ésta a su vez con el régimen económico.

Interesante retomar esta lectura.