¿Las declaratorias, saludo a la bandera?

En la lista de los bienes declarados como de interés cultural del ámbito nacional, Boyacá es uno de los que más que más aparece, pero ¿realmente sirven estas declaratorias?

La palabra patrimonio tiene un vínculo de definición con la herencia o los derechos que se adquieren como integrantes de una comunidad o un grupo poblacional, es decir que lo heredado le pertenece a una persona, una familia, una comunidad o una nación.

El Concurso Nacional de Bandas de Paipa también fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Nación

Es tan amplio el concepto de patrimonio que contempla, tanto los lugares de acervo histórico, paisajes naturales, bienes culturales, muebles, inmuebles, y los que se denominan inmateriales como los festivales, carnavales, aguinaldos, tradición oral, manualidades o la gastronomía que, finalmente son esas manifestaciones que se heredan y mantienen de generación en generación.

Por lo general, el Patrimonio Cultural se determina a raíz del sentimiento de apropiación que guarda la sociedad, así como también por el valor que éste represente histórica o culturalmente y que tiene que ver con la identidad, el orgullo y el prestigio, algo subjetivo de donde se derivan las discusiones porque lo que para alguien es riqueza patrimonial, para otro puede no serlo.

Los instrumentos legales que amparan este tema refieren a la Convención para la protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Suba cuático de 2000, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 y la Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la importación, la exportación y la transferencia de Propiedades Ilícitas de bienes culturales de 1970.

Para que un bien o una manifestación se declare como patrimonio debe cumplir con exigentes requisitos, estudios, análisis y cotejos, evaluados mediante un proceso investigativo que finalmente lo reconoce como algo de gran valía para la comunidad, de ahí la importancia que tienen los bienes patrimoniales reconocidos como tal porque hacen parte de ese inventario que nos pertenece a todos.

Una vez se ha reconocido el bien, la manifestación, o la estancia natural como patrimonio, el estado y la comunidad tienen la obligación de protegerlo, cuidarlo, promocionarlo y preservarlo razón por la que se crearon los Planes Especiales de Salvaguarda (PES) que se definen como un acuerdo social y administrativo mediante el cual se establecen directrices, recomendaciones y acciones encaminadas a garantizar la salvaguardia del Patrimonio Cultural de las comunidades amparado en el marco legal – Decreto 2941 de 2009 y por la Política para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural de 2008.

Dicho esto el PES es responsabilidad del grupo que quiere conservar, proteger o fomentar su Patrimonio Cultural, por lo que es necesario que la comunidad que tiene que ver con ese bien se organice y conozca los alcances de la ley, así como las herramientas que existen para que las declaratorias patrimoniales se conviertan en verdaderos instrumentos para salvaguardar, proteger y promocionar todo aquello que le pertenece al pueblo y revela su identidad.

Para la elaboración del PES se recomienda la conformación de grupos o núcleos de trabajo donde estén los representantes de las comunidades con la participación activa de adultos, jóvenes y líderes apoyados en grupos de investigación, universidades o entidades del orden público y privado.

Si no tomamos conciencia de las acciones que debemos acometer, los bienes culturales se continuarán esfumando como sucede con tantos inmuebles que se derrumban, ante la mirada frívola de los gobernantes, las arengas mediáticas, los apetitos personales de quienes se atornillan en los cargos como eternos e intocables asesores, y las frases de cajón de los “expertos charlatanes”, que hacen ver el tema como algo complejo, estrategia con la que adormecen al pueblo, en tanto que su patrimonio desaparece.

De las comunidades y las organizaciones depende entonces que las declaratorias patrimoniales se conviertan en herramientas efectivas o sigan siendo un “saludo eterno a la bandera”.