El último adiós al chiquinquireño que soñaba con ser General, víctima del carro bomba en Bogotá

A los 24 años se acabó la esperanza y el sueño de ser general de la República para un chiquinquireño que vivió sus últimos días sintiendo en carne propia los rigores de la guerra.

El Cadete chiquinquireño Andrés Felipe Carvajal Moreno tenía 24 años y desde hacía cinco estaba haciendo su carrera en la Policía

Se trata del Cadete Andrés Felipe Carvajal Moreno, quien fue uno de los uniformados heridos por el carro bomba que el ELN hizo explotar en la Escuela de Policía General Santander, al sur de Bogotá el pasado 17 de enero.

Desde ese día y hasta la madrugada de ayer él luchó por su vida en el centro médico donde permanecía con respirador artificial y en un coma inducido mientras se le practicaron cuatro cirugías.

A la par sus padres, sus tres hermanos y su sobrino pedían oraciones a los colombianos para que el joven se salvara. Fueron eternos los diez días llenos de zozobra, en medio de sollozos y de oraciones, siempre con la esperanza encendida.

Hoy con los ojos llenos de lágrimas, la impotencia de ser víctimas de una guerra absurda en el país, y con el corazón lleno de dudas y dolor, la familia lo despedirá en medio de homenajes póstumos y palabras sentidas de sus amigos y compañeros. Sus exequias serán en el Centro Religioso de la Policía en Bogotá, y allí le darán el último adiós.

Pero por más que buscan respuestas, sus familiares no han encontrado consuelo, sólo han vuelto a transitar los pasos de Andrés Felipe, y lo recuerdan como un niño travieso que disfrutaba hacerle bromas a sus profesores de primaria en Chiquinquirá y de bachillerato en Coper, un amante del fútbol, pero siempre juicioso y cumplidor de las normas.

En su juventud fue muy amiguero pero muy maduro en el tema ‘del corazón’, pues sólo le conocieron una novia, cuenta Daniela, su hermana. Relató también que a los 20 años ingresó a la Policía, su sueño. Con algunas dificultades económicas él empezó a hacer carrera y se veía convertido en General, precisamente para escalar y acercarse a su meta fue que viajó a Bogotá a hacer un curso de ascenso.

Siempre hubo temor por las tareas que desempeñaba como patrullero en Arauca, sus padres temían que en el departamento fronterizo tuviera que enfrentarse al grupo guerrillero del ELN, pero nunca imaginaron que ese mismo grupo lo iba a encontrar y a arrebatarle la vida en pleno centro del país.

Ya no habrá grado en el mes de mayo, tal y como lo soñaba Andrés Felipe. Una terrible explosión que comprometió sus extremidades inferiores, tórax, abdomen, lo dejó con quemaduras de segundo grado y trauma craneoncefálico grave, le arrebató el sueño de ser General, y a su familia la esperanza de tenerlo vivo.