La necesidad de reciclar

Después de la muerte, un cuerpo humano tarda un año en descomponerse; la comida se descompone en 15 días; un papel ordinario, en un año; y un chicle, en 15 años.

Una colilla de cigarrillo demora 10 años en descomponerse, una lata de cerveza o de gaseosa se descompone en 30 años y un objeto de cuero puede tardar 40 años en ese proceso.

Un vaso de plástico demora 50 años en descomponerse y un pañal puede tardar 500 años. Las bolsas plásticas, que utilizamos a diario en casi todas nuestras actividades, se pueden demorar 1.000 años en descomponerse, un pitillo puede tardar igual tiempo y una batería puede demorarse también 1.000 años en descomponerse, con el agravante de que tiene una capacidad de contaminar 167.000 litros de agua.

Ni para qué hablar de lo que tarda en descomponerse una botella, un papel de aluminio o una espuma de polietileno.

Esos datos están en una cadena de WhatssApp que circula por estos días y que demuestran el grave impacto que el hombre le ha estado generando a su entorno. Por eso, concluye el mensaje, la importancia de reciclar como la única manera de salvar al planeta.

Y por eso también la importancia de la campaña del Gobierno de Boyacá que se adelanta para cambiar botellas plásticas y bolsas por canastos. Ojalá todos emprendiéramos esa tarea.